Arte, ciencia y religión

arte_ciencia-religionLa verdad que es una complicación una mesa como ésta(1), pero bueno, digamos que no es una complicación con la que los analistas no tengamos un contacto casi cotidiano en tanto trabajamos con la palabra, y en principio todos los aquí presentes hasta nuevo aviso trabajan con la palabra. En sus distintas acepciones, por ejemplo, no porque Tomás Sobrino, pintor, haya comentado que no se trata de palabras, para los psicoanalistas se trata de palabras, de significantes, habría que decir. Es más, ese silencio tan presente, es parte integrante de la palabra.
Tal vez habría que echar aquí en falta la presencia de algún músico, para dar cuenta del hecho de que el silencio es parte fundamental de la palabra. No es el tope de la palabra, en absoluto. Para nosotros el silencio es uno de los modos de trabajo de la pulsión. Y no de cualquiera, de la pulsión de muerte. En el seminario de La ética(2), Lacan retoma lo planteado por Freud respecto de la aproximación de los mecanismos de la histeria, la neurosis obsesiva y la paranoia como los tres modos, las tres formas posibles de la sublimación, el arte, la religión y la ciencia. Ustedes saben: Freud parte de que hay algo que es de entrada radicalmente perdido. Lo llama Das Ding (la Cosa). Esa Cosa impersonal, que precisamente nombra como forma impersonal. Nosotros sabemos que el sujeto no tiene identidad. No la tiene para nada, y por eso mismo se identifica. Esa es su errabundez, y ese es su problema. Esa es la alienación con la que no va a poder dejar de contar en relación a la palabra. No sale de ahí. Lo cual no quiere decir que todo sean palabras. Precisamente Das Ding, la Cosa, única y exclusivamente es posible de ser representada por un vacío.
Éste es el modo en que Freud sitúa estas tres formas de la sublimación, arte, ciencia y religión: quedan anudadas alrededor de este vacío, de esta Cosa. La aproximación que hace Freud y que Lacan comenta ampliamente en el capítulo «Comentarios al margen» del Seminario de La ética, lo cual no es por casualidad, pues a partir de que Das Ding es posible de ser representada únicamente por un vacío, la única manera de aproximarla es con una ética.
La ciencia la aproxima a costa de dejar de lado lo que es del orden del sujeto. La religión consiste en todos los modos posible de evitar este vacío. De un modo, eso sí, respetuoso. Cosa que Freud va a plantear, va a poner del lado de la neurosis obsesiva. Ese vacío en la neurosis obsesiva permanece en el centro, y por eso se trata de sublimación.
El discurso de la ciencia, decía, en tanto se origina de la sabiduría, de la tradición de la filosofía, opera a costa de sistematizar la exclusión de ese vacío. El saber viene a responder, viene a jugar en el lugar del vacío, razón por la cual los tiempos actuales creo que vienen a desmentir de un modo bastante categórico la posibilidad de un saber absoluto, completo, redondo, como quien dice, la posibilidad de redondear el saber alrededor de lo que hace las veces de la Cosa.
¿Se trataría en una mesa como ésta de hacer psicoanálisis aplicado, como se hizo después de los tiempos de Freud, es decir algo así como si el psicoanálisis no tuviese su propia territorialidad? Me parece que la cosa es bastante más amplia que un problema de territorialidad. Lo que está en juego, por lo menos en el psicoanálisis en relación a la palabra, es el hecho de que alrededor de ese vacío algo del orden de la letra viene a jugar.
Y es por eso que todas la formaciones de la cultura, que no son más que sublimaciones, más o menos elaboradas, válidas, acertadas, requieren al psicoanálisis el establecimiento de un diálogo.

Notas
1. Este texto es la transcripción de la ponencia de Bernard Levy en la mesa «Arte y religión en el vínculo social», que tuvo lugar en las Jornadas «El amor y el deseo en el vínculo social», Pamplona, febrero de 2002.
2. Lacan J., Seminario 7, La ética del psicoanálisis, Paidós.