Fragmentos de «La Letra, Presente del Deseo» y «El Carácter Fuera de Tiempo del Decir Psicótico».
José León Slimobich:
Manuel Duro:
Conferencia de Lacan en Milán:
Fragmentos de «La Letra, Presente del Deseo» y «El Carácter Fuera de Tiempo del Decir Psicótico».
José León Slimobich:
Manuel Duro:
Conferencia de Lacan en Milán:
José León Slimobich Pogarelsky y Emilio Gómez Barroso
Introducción
• El ser que habla, el ser hablante, es poema
• El analista lee en el texto, que le presenta el analizante
• Lo que se despliega en los juegos entre
el lenguaje y la lengua es la letra como plus de goce
• Lo real que solo puede “leerse” desde un discurso
• El goce está fuera del tiempo cronológico
• La escritura interviene en la palabra y el leer
se produce en ese acto, fuente del equívoco
• Los sueños: la lectura en sentido doble
• El escrito que surge en simultaneidad con su lectura
• El cuerpo como síntoma: fragmento significantizado del goce
•…no hay palabra sin escritura, ni escritura sin palabra. Y agregamos: no hay autor
• Ungrund (fundamento del fundamento). Nunca se tendrá
“Y aun cuando se haga confirmar por una jerarquía. ¿Qué jerarquía podría confirmarle como analista y darle ese certificado?(…) Repudio ese certificado: no soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe, pese a que tiene aires de ser sujeto. ”
(Prefacio a la edición inglesa del seminario 11 de J. Lacan)
“Amigos y amigas queridos. Ayer partí rumbo a otro mundo, espero que mejor. Me fui silbando bajito, siempre con alegría. Cualquier cosa me escriben. ¡Un gran abrazo!”
José León Slimobich Pogarelsky
Así que finalmente no era el apocalipsis retratado en las pinturas holandesas ni en el alma de los que temen a Dios. Era una muerte escasa y anciana, encerrada humanidad en las paredes de la ciudad ausente de toda naturaleza. No se muere así no más, sin gloria alguna, sin un velorio, alguien que en presencia dice algo que suene a vivo del que ha muerto. Sobre las tumbas recientes no florecerá la vida, sino la permanencia del contagio, la peste que sigue …
Pero nada es negativo. Al trastocar el tiempo, al eliminarse toda la actividad desarrollada por los cuerpos en el espacio y el tiempo, tropezando unos a otros, buscándose para hallar consuelo a esta capacidad de justificar la existencia, llamémoslo amor, amistad, bajeza, ganas de reír o llorar y, sobre todo, la incapacidad de comprender por qué hemos, conjuntamente, todos, hemos llegado hasta aquí.
En pocas ocasiones el tiempo se extiende libre para gran parte de la humanidad, desde todas partes a todas partes, por fin se entiende lo que es la globalización. Se cierran las puertas, quedan limitadas las circulaciones, la intimidad es sugerida, el ocio necesario y se despiertan entonces, inclinaciones que estaban guardadas en la ausencia del tiempo eterno, del suceder igual de los días, de las distintas manifestaciones de lo mismo.
Esto sucede con la pandemia: se despiertan las escrituras. Psicólogos, educadores, sexólogos, periodistas, filósofos, políticos, economistas, infectólogos, profesionales de la estadística, del humor, de la canción, de las religiones apocalípticas, de las religiones del consuelo, de las medicinas alternativas son escritores, largan su papel impreso con reflexiones profundas, con verdades de a puño, como si los papeles se hubiesen puesto a soñar ideas, como este mismo que dice Elogio de la Pandemia.
He abierto los ojos y he visto. Inútil tiempo del encuentro cuando en la soledad encuentro, entre estas paredes el destino que espera por mí, no es la algarabía del otro, en lo cual concurre el olvido. El exterior, lo que se llama la vida normal, no es más que distracción, pedido de reconocimiento, acción para mostrar la existencia de algo que se llama con un nombre y que responde cuando lo dicen.
Elogio de la Pandemia, pues no necesito de ningún otro, y solo del almacenero de la vuelta de mi casa y apenas un par de zapatos en toda mi vida, para recorrer los metros que me separan de él. El resto es respirar seguro, mientras mi olfato recorre una y otra vez el olor distintivo de lo que contagia, el enemigo humano que quiere envenenarme con su corrupción, por las vía aéreas, como un patrón que castiga a su obrero o como un dios que olvida a su devoto.
No se distingue el día de la noche, la molicie del movimiento, el orden del desorden, pues en un sitio determinado, es igual. Nadie saldrá a juzgarme, nada me acucia, solo el yo, si así lo quiero, puede no dejarme en paz. Las pocas cosas que adquieren importancia se compone de las comida del día, cantidades y calidades, gustos e innovaciones, el tiempo del cual hablamos se desliza en los fuegos y se hace en los platos distintos. Es casi absurdo aquello que sucede y esto es lo mejor, el Elogio.
Un presidente, el del país más poderoso de la tierra, sugiere tomar insecticida para curar la maldición, el petróleo se regala como una prostituta avejentada en las plazas públicas, sin nadie que quiere tomarla, más que algún adolescente sin dinero, los muertos se juntan en las fosas comunes, y nada se dice, será igual a como era. Es otra virtud en lo que sucede: cómo se renueva el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. De un lado las muertes, la infección, los límites de lo humano, por el otro, la obediencia, el orden para que los contagios no se extiendan, al menos por ahora el prevalecer de la vida sobre la economía. Pero ya reacciona con vigor: falta dinero en sangre, que es la existencia sin el salario, porque como se sabe todos, absolutamente todos, somos proletario. ¿Acaso no lo dice así el dueño de los bancos …?» toda mi vida he trabajado, nadie me regaló nada»
Siempre el bien, el esfuerzo de los médicos, el brujo salvador, el chamán y del otro que se burla del aislamiento, el que lleva la peste donde va con total impunidad. El que dona su esfuerzo y su posibilidad material y el que hace pingües negocios con la necesidad imperiosa de sobrevivir que posee el humano, justamente porque sabe que puede querer desaparecer.
Elogio de la Pandemia, pues de ella son el taciturno, el ermitaño, el que no tiene futuro, el drogadicto, los que duermen mal, los hijos de familias desestructuradas, y los hijos de familias estructuradas que no fueron amados, los que fracasaron, los que cayeron, los que nunca subieron, los que saben que no, los ladrones, los esclavos de todo tipo, los que aún no han nacido, los que desean la muerte de los que odian y también los que se odian a sí mismos, pero cuidan su salud…. Y especialmente los escritores, que finalmente no necesitan sonreír durante el día, y tienen todo el tiempo para gozar con sus letras, sus ideas y fundamentos, para buscarle los pies al gato y también su maullidos escapando por los techos del nunca.
Se puede acusar de falta de compasión a los deudores de la pandemia, pero tienen su pequeña justificación: creen firmemente que todo esto que sucede en todo el universo conocido, a saber, la Tierra, es absoluta responsabilidad de eso que llaman el ser humano, otros el ser que habla, y otros no se sabe. Pero todas las denominaciones de ese objeto viviente llamado humanidad mata un niño cada 30 segundos por hambre…
Ahora, un interlocutor supuesto dirá que confundo las cosas y que son diferentes problemas. Esto es muy cierto: con la pandemia muero yo y no un niño confuso en una lengua extranjera. Confusión por partida doble y aún más porque cada muerte de la pandemia tiene número, pero… ¿qué número tiene aquel que no existe?
Escucho el rumor de los filósofos, los políticos, la gente culta que dice que esto que aquí se dice, en este Elogio de la Pandemia, es muy simple, que las cosas son más complejas, más confusas. Y por ello no comprende este escrito el ajedrez del mundo… que este Elogio de la Pandemia termina siendo un texto de la fe, de las buenas intenciones, de las conciencias que se lavan en el agua de la impotencia. Pero lo cierto de este Elogio es que insulta a los de siempre, los dueños de la tierra, del aire y del agua, que ejercen el odio y el deseo de muerte o más bien, que no molesten, que mueran en su lugar inferior, negros, pobres, mujeres golpeadas, mientras que denigran a los colectivos que intentan proteger, organizar y socorrer a los postergados de siempre, denigran los movimientos sociales, y a los gobernantes hechos de pueblo, que comprenden que todos, hombres y mujeres, y ricos y pobres, tienen miedo de morir, como si esperara el infierno o el peor de los castigos: desaparecer en un sin nombre.
Elogio de la Pandemia, pues el humano solo podrá llamarse a sí mismo, Elogio de la Pandemia, pues nos obliga a reflexionar sobre la injusticia y el dolor del mundo, aunque no queramos, aunque cerremos los ojos… y solo nos quedará abrazar al otro en la luz del mundo.
José León Slimobich
integrante de la revista Letrahora.
Este es un texto recogido de los archivos no publicados de José León Slimobich, en la medida en que podamos seguiremos publicando otros textos suyos y de miembros de la EAP.
7 de agosto de 2022
A los que ponen un lobo en su rostro cuando comen cordero
Ceux qui mettent un loup sur leur visage quand ils mangent du mouton
Jacques Prevert
Fragmento del libro Psicoanálisis: los nuevos signos, de Pedro Muerza y José Luis Juresa. Ed. Atuel
Fragmento del libro Psicoanálisis: los nuevos signos, de Pedro Muerza y José Luis Juresa. Ed. Atuel
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A la hora de la aparición de este número de Letrahora la pandemia COVID 19 nos tiene confinados a cada cual en su casa. ¿Cómo se podría hablar de esto?, ¿cómo se diría el aislamiento de muchos, la meticulosidad de la higiene, de los pomos limpios, la soledad de cada cual?
…cómo se dice el rato que vivimos antes de la noticia de la muerte, todo lo que ocurrió entre los silencios.
Los textos que se presentan en este número, en su mayoría, han sido producidos antes de esta pandemia. El mosaico de artículos larvados en la pregunta de cómo sigue el discurso presenta reflexiones sobre el “Orden y subversión”, recorrido sobre los puntos de fuga de la realidad enredados en las formaciones del inconsciente y la cultura evitada, continúa con “Baile de espejos” que expresa en su permanente danza una realidad psíquica compleja, un debate sobre la identidad que no logra constituirse en tanto conforma un recorrido en el que la agresión a la imagen se vuelve agresión hacia el propio cuerpo. Este número nos traerá luego “Noticias de la caverna”, un texto sobre el vacío y el poema perteneciente al Maestro y Margarito de Mariano de Hossorno, donde lo que está en juego es el diálogo entre dioses que no se entienden.
“El lugar del hombre en la sociedad patriarcal “donde Maite Manzanares Jugo recoge una charla debate de José Slimobich quien propone reflexionar entre diferentes discursos sobre nuestra contemporaneidad. Allí donde las mujeres nos muestran lo que soportaron a lo largo de la historia del dominio masculino y lo que el hombre hizo con el hombre intenta dilucidar el juego del goce donde lo individual y lo social son territorios indiscernibles hecho posible de ser captado en una lectura que se ordena por el discurso, en este caso el analítico.
El artículo titulado “Cuento capitalismo” viene firmado por Javier Sáez de Ibarra, publicado en el libro Fantasía lumpen, presenta una crítica del sistema bajo la forma de una rapsodia, en la que se entremezclan una historia breve del capitalismo con diferentes cruces de una realidad demasiado cotidiana.
Varios de los artículos de este número tienen una marca: son textos que devinieron, de uno u otro modo, de una acción colectiva: los “Documentos sobre el pase” producidos mediante extensos intercambios a lo largo de casi dos años, que interrogan la necesidad del pase para el psicoanálisis y en particular para nuestra escuela (EAP). Deja constancia de los debates alrededor de dicho proceso y nos llevan a mantener abierta la pregunta acerca de cómo pensar al analista que realiza su pase en una escuela de psicoanálisis no-jerárquica.
La realización de esta misma revista, el debate de los textos, la edición, la corrección, el trabajo concreto que implica “hacerla” deviene de un intercambio realizado, como siempre, a distancia, esta vez en el curso de la pandemia. En el marco de esta realidad los textos nos interrogan de un nuevo modo. El texto de Antonia Torres Pérez sobre el trabajo que viene realizando y que pone en el centro el cuidado del otro. Nos habla de una experiencia en educación donde la escucha se vale de elementos del dispositivo psicoanalítico, que se desarrolla bajo el modo de la asamblea, sorprendentemente, de niños.
Al preparar este número nos surge la pregunta de cómo se producirá el contexto de reunión a partir de la COVID-19 ¿De qué manera preservar, reinventar, esos espacios asamblearios indispensables? Este virus que circula y circula y que para que deje de circular nos saca de circulación, condiciona la función creadora de la palabra cuando el cuerpo queda a distancia, cuando la materialidad del otro, de su presencia, más allá de lo puramente verbal, implica un peligro. Cuando nos falta el contacto con el cuerpo del otro, con el relato que en él escribe el encuentro contingente.
Incluimos también en este número la experiencia de un taller de “Escritura de casos clínicos” con artículos de Paula Herman, Gabriela Muñoz y Romina Frick, trabajos que muestran una forma de tratar esa letra que se lee en el temblor de la palabra, en esa especie de vacilación del lenguaje, inscrito simultáneamente en lo individual y en lo colectivo.
El artículo “Del cuerpo, la palabra y la escritura (actualidad del caso Dora)” de José León Slimobich Pogarelsky nos recuerda, una vez más, el descubrimiento freudiano del inconsciente, la relación entre elementos tan dispares como un relato y el fragmento corporal. Nos lleva en su recorrido a tomar contacto con el valor del escrito, como ordenador lógico mostrándonos cómo ese fragmento se convierte en una letra que posibilita el entendimiento de lo que está en juego en el sufrimiento. Para el analista nada de esto puede ser pensado fuera de los modos culturales de nuestra época.
2020 Cambalache, evoca, en América Latina, los sitios de compraventa, de trueque, de segunda mano, donde objetos de poco valor, diferentes entre sí, se reúnen, todo “mezclao” como dice el tango que Enrique Santos Discépolo compuso en 1930 como denuncia a las infamias que en su país se estaban viviendo. Parece que la COVID-19, se dice, nos impone una “nueva normalidad”, en este caos se impone un nuevo orden, pero está también lo que no se puede normalizar. Esos objetos puestos al intercambio nos traen, en su montaje, en el increíble collage que nos llega de la mano de la biblia y el calefón, los objetos imposibles con los que se arma una vida.
Una letra que representaría lo que proviene de los objetos pulsionales freudianos, que se aísla unas veces como objeto fantasmático de la relación con el mundo para proseguir hablando en silencio, en lo más íntimo, volviéndose, a su vez, salvaje e indomesticable para la cultura, es también el modo de hacer con las hilachas de un lenguaje no-dicho que se lee en la vida cotidiana. Por allí asoma el vacío de la palabra por donde una escritura, lo han mostrado varios de los textos de este número 16, asoma haciendo vacilar todo conocimiento. La escritura es ese acto que excede a la representación.
En palabras, otra vez, de Bolaño y Warnken: ¿Cómo llamamos al espacio que queda en el cilindro del bolígrafo sin tinta?
Y aún preguntarnos por lo que de ese espacio sin nombre surge, capaz de atravesar la muerte, haciendo hablar en su escritura al silencio, escribiendo sin saber.
Hoy más que nunca se hace evidente que no somos árbitros de nuestra propia vida y de ahí el malestar que nace, esa conciencia trágica por donde desde el vacío, desde ese centro que se muestra en la fisura imposible de llenar con lo dicho, la palabra irremediablemente desconectada podría recuperarse como residuo entre lo que se dice y lo que se calla. En ese espacio yace la verdadera memoria que llega del futuro y que no podría al escribirse más que rodear una ausencia.
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Han participado en este dosier especial Pandemias
Emilio Gómez Barroso
Matías Buera
José Slimobich
Ricardo Forster
Jorge Cano y Susana Gómez
Miguel Romero, El Negrish
Gorka García Hernández
Mariano de Hossorno
José Luis Romero
Miguel Ángel Movilla
EDITORIAL
La expansión a escala mundial del COVID-19 o SARS-2 (síndrome respiratorio agudo), como lo denominan algunos autores, hace aparecer teorías que sostienen una nueva conspiración para producir desequilibrios económicos y rediseñar de nuevo el tablero de ganancias.
Hace tiempo que los más agoreros vaticinaban una nueva crisis del capitalismo, lo no calculado era el origen, tocado ya el sistema fiduciario, con guerras interminables abiertas en Oriente Medio ganando activos y la industria bélica funcionando sin freno alguno; estaba en juego desde hace tiempo la detención de la contaminación planetaria que, a pesar de los avisos reinantes y de las opiniones de los más expertos, no se lograba disminuir las emisiones de gases que licuaban a gran velocidad los hielos antárticos, provocando climas extremos y cambios de corrientes oceánicas que un día traían ambiente tropical para helar al día siguiente la atmósfera, con intervalos de clima desértico, calor diurno, frío intenso por la noche.
Nada ha sido capaz de poner freno a un modo de vida de desecho contínuo que llenaba el mar de microplásticos e invadía de residuos la cadena trófica. Continentes incendiados sin posibilidad de detener un fuego bíblico. Nadie se cuestionaba la muerte propia si la vida era ese continuum inevitable de éxtasis futuros. Ha sido una especie de miedo general lo que ha puesto freno a todo con la amenaza de dejar fuera de juego a muchas personas en el seno de la vida alegre. Ha sido el contagio, la imagen de la muerte de seres cercanos sin llegar a comprender demasiado lo exponencial y el múltiplo a nivel íntimo, no estamos preparados para eso.
Mientras tanto, es lo que toca, los medios de comunicación manejan la muerte como un algoritmo diario, mirando al cielo para que la campana de Gauss llegue a la cúspide y empiece a asomar la cola del elefante dormido.
Las calles se han llenado de patrullas que controlan los abrazos y los movimientos diarios de los ciudadanos, el comportamiento requerido es el aislamiento máximo y la reclusión domiciliaria, para el que pueda soportarla. La autoridad se ha introyectado, y las denuncias vienen de eso que se ha llamado policía de balcón, que arroja el odio de la masa silenciosa aleatoriamente a cualquier paseante sin preguntar ni establecer diferencias sobre las personas que no pueden soportar el aislamiento por causas muy diferentes.
Hay, en este momento, muchos hogares excluidos del nuevo orden provisional, que no sabemos hasta cuándo habitaremos. Pequeñas casas masificadas con el hándicap de vivir una cuarentena si algún miembro es contagiado. Mediante también la imposibilidad de conocer estadísticamente cómo se extiende la epidemia, puesto que no hay tests suficientes para comprobarlo. ¿Qué podemos aprender de esto?
La crisis se ha convertido en espectáculo incierto. Mientras tanto son las redes cibernéticas las que han ocupado el lugar del cuerpo a cuerpo, los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon), que iban tomando su lugar hegemónico en el mercado, se han convertido en necesarios, en sustitutos de la palabra cotidiana, con una reducción considerable del tiempo social, conexiones de apenas una hora por la eliminación de aquello que prorroga el cuerpo: “quédate un rato más”. Las preguntas a los expertos van más por el lado de si la red aguantará la ansiedad comunicativa que por la solución a la pandemia. El cine se ha vuelto la evasión necesaria para el descanso del pensamiento, sigue costando mucho en esta situación trabajar en un texto o pensar algo que tenga que ver con la cultura, ¿cuándo y cómo volverá el libro y el debate?
Se ha programado un nuevo orden psicótico para contener la pandemia, la normalización es la psicosis, así esos casos que antes escapaban a la normalidad son los que más soportan el aislamiento. La psicosis ya vivía en ese orden interior aislado de cualquier realidad común.
Mientras tanto, la pregunta sigue abierta ¿qué nuevo orden nos deparará el modo reciente de habitar el capitalismo? Es difícil pensar que un virus haya conseguido hacer la revolución suficiente, sigue en el horizonte la pregunta de Francis Fukuyama de si el fin del planeta coincidirá con el fin del capitalismo, es más fácil pensar la muerte del planeta que el fin del sistema. Así, y a pesar de todo, hay presiones desde el norte de Europa para dejar desabastecido financieramente el sur de Europa, cada palo que aguante su vela. De esta manera, las potencias pujantes en el nuevo capitalismo son las que están ayudando a los desesperados, China y Rusia enviando ayuda humanitaria a España e Italia, amenazados por los ministros de economía del norte de Europa, con Estados Unidos también intentando contener la acelerada expansión del virus.
¿Cómo sería este nuevo modo de habitar el capitalismo? ¿Un modo menos colonial y con más presencia económica que territorial? ¿Un modo de cierre de fronteras, incluso en Estados miembros de una misma unión? ¿Un capitalismo con tintes comunistas y algo más dictatorial? ¿Un panóptico donde nosotros mismos enchufamos la pantalla que nos vigila, llevando un poco más allá la pesadilla orwelliana?
El mundo tiene miedo ¿cuál será el siguiente paso?
Emilio Gómez Barroso
(una lectura de la introducción del seminario 16: “De otro al otro”)
La esencia de la teoría psicoanalítica es un discurso sin palabras
Para demostrar esto sabemos que Lacan ha explorado otras ciencias con la intención de establecer la relación de los discursos con la verdad, así:
Lacan comenta el nicho en el que la cultura le ha ubicado, inventándose ese neologismo que es “poubellication”, que alude a la vez al cubo de basura y a la aparición de un texto en el espacio público. En ese lugar, que nombra así, hay personajes, nada menos que de la talla de Samuel Beckett. Merece la pena repasar al menos sus ideas en el teatro, el absurdo, o leer la carta alemana.
http://lafogonera.blogspot.com/2011/02/carta-alemana-samuel-beckett-1937.html
en ella dice Beckett:
“Esperemos que llegue el día, gracias a Dios ya llegado en determinados círculos, en que la lengua se utilice con la máxima eficacia allí donde con mayor eficacia se inutiliza. Como no es posible eliminar la lengua de golpe y porrazo, al menos será preciso no dejar cabos sueltos que puedan propiciar su caída en descrédito. Abrir en ella un agujero tras otro hasta que lo que acecha detrás, sea algo, sea nada, comience a rezumar y a filtrarse.”
Parece ser que el término publicidad ya era muy usado desde el estructuralismo, sin embargo, Lacan le da una vuelta más, transforma lo público en la poubelle. Este término ya es un anuncio del lugar que ha de ocupar el analista con respecto a esas letras que van escribiendo en una escucha.
Lacan dice que no se siente mal en ese mercado inútil.
A Lacan, entonces se le identifica con el estructuralismo, con respecto al tratamiento del lenguaje. Esta teoría nace con un texto de Ferdinand Saussure titulado “Tratado de lingüística general”, trata en esencia de las relaciones entre lo fónico, lo escrito y la realidad y, por otra parte, de las diferentes cadenas del lenguaje, sincrónica, que tendría que ver con lo que sucede en la actualidad con el lenguaje y diacrónica, cuando se toman diferentes épocas en una misma lengua, incluidos aquí términos desaparecidos u olvidados que pueden volver en algún momento con otros sesgos.
En el momento que aparece una teoría se empiezan a constituir diferentes formas de abordarla, diferentes escuelas. Para el estructuralismo aparecen la Escuela de Praga, Escuela de Copenhague, incluso una escuela americana. Cada una desarrolla un aspecto diferente de la apertura estructuralista. Y Lacan dialoga con representantes de cada una de ellas.
Ubiquemos un poco su importancia, ya que nos va a ayudar a entender mejor lo que Lacan persigue. Lacan dice que él entiende el estructuralismo como una teoría de lo serio, entendamos por serio, no lo que es grave, sino aquello que puede hacer una serie con distintos elementos que anteriormente no se habían relacionado. ¿Por qué entender que solamente lo íntimo pertenece a lo interior y no tiene que ver con lo público? ¿Por qué lo insignificante, lo no- culto, no tiene relevancia en el lenguaje oficial? ¿Se decide el lenguaje en los despachos que lo hablan intentando respetar reglas fijas? ¿No hay una incidencia de lo público en lo íntimo y viceversa?
Se trata de una manera de abordar el lenguaje, cualquier tipo de lenguaje sin apelar a estructuras bastardas a él, ¿cómo se puede estudiar si no otras lenguas que poseen orígenes diferentes a las mayoritarias?
Estas ideas del estructuralismo se trasladan a otras disciplinas como la antropología. Es decir, la antropología comienza a utilizar la de oposición de términos y la contigüidad de los mismos, y también introduce en el lenguaje modos que habían sido orillados, como, por ejemplo, los cuentos y los mitos, observando rasgos comunes en culturas diferentes. Levi-Strauss introduce el estudio de la etnografía que parte de la lengua in situ y no de la tradición de estudiar lenguas y costumbres extrañas a nuestra cultura desde las casillas diseñadas por las lenguas de prestigio.
Lacan, por tanto, se ubica en esa especie de polémica que intenta romper una tradición. Es desde ahí, desde donde comienza a extraer sus elementos de discurso.
Primero el sujeto. Tomemos frases del lenguaje en las que aparentemente no existe sujeto, la frase “llueve”, para un español es más impersonal, pero un francés le pone un sujeto “il pleut”, no es lo mismo el fenómeno meteorológico que lo que se hace con la lluvia, así no es lo mismo que llueva para un campesino que para un ingeniero de estructura hidráulicas, los dos hacen con la lluvia cosas diferentes. Es decir, en esa frase hay un pensamiento previo.
Es interesante ver el alcance del estructuralismo, incluso en la crítica social. Hay un texto de Jacques Prévert que se llama “La lluvia y el sol”,( Prévert era amigo de Lacan, poeta) en él hay un poema que se llama “escuchan gente de Vietnam”, cuando era una colonia francesa, Prévert relaciona las costumbres de la gente del Vietnam, primero con una especie de ditirambo, su actitud con el campo, con los elementos meteorológicos, para después hablar de la guerra de familias, y de algo tan lejano como la bolsa de Paris, está incluido en un todo, pero parece un mapa perfecto de las causas del Vietnam.
Pongamos algún fragmento:
“Esos seres inferiores/arquitectos bailarines pescadores mineros/…paisanos y pastores artesanos y portuarios…/Esos seres inferiores/ no sabían odiar más que al odio/no despreciaban más que al desprecio/Esos seres inferiores/ no temían a la muerte/tanto amaban al amor/tanto a la vida/…
Pero/había también venidos de muy lejos/los Monopolitanos/los de la Metrópoli y el atractivo de la ganancia/…y también los misioneros y los confesionarios/…De pronto los rápidos de la Historia arrastran/sus barcos de papel moneda…”
No es extraño pues que Lacan relacione al estructuralismo con la verdad como causa, aun así, muy lejos de las Weltanschaungen, muy lejos de las cosmogonías.
Entonces, Lacan exclama: ¿para qué tomarnos el trabajo?, no hay universo de discurso, sino más bien algo que está interrelacionado en base a los desplazamientos, a las metáforas y a algo que no deja de no estar como estructura.
He descrito los primeros elementos de la idea de discurso lacaniano, el sujeto, no como un yo, y también los significantes, ahora bien, Lacan arrima el significante, no al significado, sino al campo del discurso. ¿Qué quiere decir? Que no lo conecta con el significado, sino que la barra que introduce Saussure entre el significante y el significado es una barrera que se mantiene, no hay relación con el significado, el significante solamente representa al sujeto para otro significante, el sentido no lo otorga la relación arbitraria del significante con el significado. Este es el estructuralismo de Lacan, que de alguna manera se diferencia del de Saussure, del de Jakobson, Escuela de Praga, o Himselev de la Escuela de Copenhague.
Por otra parte, Lacan desarrolla aquello que tiene que ver con el objeto a. Hay algo que queda fuera del saber, y esto es muy interesante porque tiene que ver con la posición. Parte del pote de mostaza, ese pote que ya porta el nombre del contenido, ahora bien, nos dice que el contenido o la materia de que está hecho no es el significante, es decir, no es la sustancia que contiene lo que le da su valor de circulación, sino su hueco, el que haya sido vaciado, susceptible de ser llenado con cualquier cosa, eso es lo que hace que circule de un lugar a otro, eso es lo que queda como investigación incluso arqueológica, que el pote, la urna mortuoria, el tambor o cualquier objeto vaciado acabe en la estantería de un coleccionista, por ejemplo. Eso es importante, volvamos a Jacques Prévert, el coleccionaba caja de fósforos, aparentemente un objeto que en sí mismo tiene un valor de uso. Pero lo interesante era la disposición que Prévert había encontrado para colocarlos a la vista, encajados unos con otros como haciendo un friso en su casa, ahí es donde se va la mirada, a un orden que atrae, el objeto no es el objeto en sí, sino eso que le hace ser atractivo a la mirada, eso que hace que muchos peguen sus ojos cuando aparece con su brillo, es decir lo atractivo del asunto es que el objeto captura la mirada.
Lacan recurre a Marx. Partamos de la división del trabajo. Uno de los éxitos del capitalismo es haber conseguido fragmentar el trabajo, para así con una especialización mayor, lograr que un grupo de trabajadores sean especialistas en fabricar, por ejemplo, patas de silla, otros, tableros para sentarse, otros acolcharlos, otro producir las espigas de ensamble, otro los tapones para no hacer ruido, otro barnizarlas para que duren y luzcan. En los orígenes del capitalismo ya, estos lugares donde se producían los diferentes pasos estaban alejados entre sí, muchas veces en diferentes localidades, en el caso de Holanda, por ejemplo. Esto lo narra Marx en el Capital, ahora bien, ¿cuál es el resultado?, el producto acabado. De la madera original se produce un objeto que baila en el mercado a la vista de todos, seduciendo como si fuera un espectáculo que nadie ha visto producirse en su totalidad. Su valor, el material que ha sido utilizado más las horas de trabajo que necesarias para su elaboración.
Ahora bien, las horas han sido pagadas a un valor, a cada manufacturero el suyo, cada cual ha producido unas cuantas unidades, sin pensar cuántas necesita él mismo, sino cuantas necesita el patrón. El exceso de producto sin pagar se lo embolsa alguien, eso es lo que se llama plusvalía, todo un síntoma. Aparentemente no hay nadie consciente que la produzca, sino que es un exceso del hacer que alguien se apropia, y esto es fundamental para el siguiente paso, la relación que existe con eso que se nombró como homológico y que es lo que nos interesa, el plus de gozar. De ahí es de donde extrae Lacan ese objeto “a”, de ahí y de el “más allá del principio del placer” freudiano, eso que queda tras el acto de nutrición o la mirada que se constituye precipitadamente porque nos muestra una imagen completa que no existía de antemano, y que devuelve una sensación de cuerpo alucinado, hecho de fragmentos que no están en el interior, sino en el exterior.
Ahora bien, ¿qué relación tiene el saber con todos estos elementos del discurso? ¿Esto se puede captar mediante cierto saber? hemos visto muchas veces esa fórmula del discurso universitario. A Lacan le interesa ver qué relación tiene el saber con la verdad o con la satisfacción. Así comienza el primer seminario que dedica al discurso en esa fecha que ha supuesto muchos cambios en los Estados y en la forma de gobernarnos.
La Universidad está en crisis, crisis de su relación con los estudiantes, hay altercados y como saben el mayo del 68, Lacan se dirige a ellos y les da un lugar en el discurso, En relación con la verdad y la interpretación sin desligarles de ese objeto de goce:
Si el mercado de los saberes está tan especialmente sacudido por el hecho de que la ciencia le aporta esa unidad de valor que permite ahondar en lo que atañe a su intercambio hasta sus funciones más radicales, no es por cierto para que el psicoanálisis presente su propia dimisión, cuando puede perfectamente articular algo al respecto. Todos los términos empleados a propósito de esto, como el de no conceptualización, toda mención de no sé qué imposibilidad, solo designan la incapacidad de quienes los promueven. Sin duda la estrategia con la verdad, que es la esencia de la terapéutica, no puede residir como tal en ninguna intervención particular llamada interpretación. Sin duda en la práctica pueden hallar su oportunidad todo tipo de funciones particulares, juegos felices en el orden de la variable. Sin embargo, esta no es una razón para desconocer que solo tienen sentido si se sitúan en el punto preciso en que la teoría les da su fuerza.