Para quienes no lo conocieron, es bueno saber que OSVALDO fue un buscador de verdades, tanto en el discurso analítico, como en la política sindical, donde fue un dirigente importante del sindicato de Docentes. Fundador de la ONG Murmullos, produjo con ella trabajos sobre la violencia y el riesgo social. No era socialista ni comunista. Su linaje era el anarquismo, al cual siempre sumó ese fuera-de. Un estar a favor y en contra al mismo tiempo, adherir y quedar fuera, en una rebeldía social, en una lógica del no todo. Cultivó la amistad, el futbol, el buen comer. No era palabrero, pero en un mundo de sordos, que solo saben escucharse a si mismo., sabía escuchar. Y sus palabras siempre marcaron la impostura y la injustica. Cuando alguien al que se ha conocido durante años, dentro del campo analítico, muere, surgen dos versiones. Una, que no importa demasiado, porque no hay esencia, porque el ser se tacha. La otra, justamente, por lo mismo, porque no hay esencia del ser, porque el ser se tacha, florecen en el lenguaje la tristeza y el amor. Como psicoanalista, «nada espero del otro, solo me ha tocado el desencanto y el odio». Pero en algunos casos, me ha sido dado conocer a seres como Osvaldo Martín, ese al cual un día pregunté si temía a la muerte. Y contestó, con buen criterio, que morir, morimos todos. Mi único temor es que exista el infierno, porque seguro que Osvaldo esta allí.
JOSÉ L. SLIMOBICH