Lacan: entre el arte y la ideología

 

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Autor | Pablo Garrofe

Editorial | Quadratta

 

El estilo de este ensayo es la búsqueda de un tono audible por psicoanalistas y no analistas. Pues hay una exposición clara de los conceptos y su funcionamiento en la práctica, pero luego el autor va más allá, sacando consecuencias generales que incumben a todos. Alejado de toda terapéutica, criticada como ideología al servicio del capitalismo, un analista muestra el arte en la invención de la vida cotidiana. El sacrificio religioso de una hija por el padre en el altar del matrimonio, un delirio económico frente a las catástrofes del mercado cuando ¡una persona cree ser una moneda!, la anorexia como huelga de hambre, y la psicología como procedimiento policial. Lo ha leído en los síntomas, dice Garrofe, que adscribe al Paradigma del leer, cuyo enunciado es: «Cada vez que hablamos escribimos, si hay lector», como lo ha enunciado José L. Slimobich -es curiosa la relevancia fundamental que da al trabajo de otro analista argentino, para su propio trabajo. ¿Y porqué Lacan entre el arte y la ideología? La neurosis transforma los conflictos sociales en algo secreto y personal. Si para Freud la obsesión es una religión personal, y las ficciones de la histeria configuran un arte; si para Lacan la letra surge del vínculo social y hay un psicoanálisis que muestra el reverso de la vida contemporánea, entonces leer esa escritura inconsciente es también leer las respuestas que los síntomas han producido a lo más candente del vínculo social. Se propone el psicoanálisis como un arte de la lectura, y se presentan fragmentos de escritura leídos en la palabra del paciente. El autor expone con detalle cómo la escritura inconsciente utiliza recursos musicales, lo presenta al modo de partituras inconscientes, y lo fundamenta en los textos sobre música y lenguaje, de Lacan, A. Didier-Weil, Lévi-Strauss y Gadamer, entre otros. El libro tiene un subtítulo, el nudo de la letra, la música y la voz. ¿Cómo presenta el anudamiento? La música del lenguaje recubre ese objeto a llamado la voz. Vinculada al silencio, la voz del superyó conduce al hombre como un sonámbulo. El inconsciente es la hipótesis de que no sólo se sueña cuando se duerme, y como dormimos en los discursos sociales, es aquí que se cruza la cuestión de la ideología. No es casualidad que retome los trabajos de ?i?ek, un pensador lacaniano de la ideología, sobre la voz. Sostiene Garrofe que la música del lenguaje y la voz silenciosa se recubren como el concierto ideológico althusseriano y lo secreto de la acción del político. Tal como en un lugar público la música hace de cortina sonora, para que no se escuchen las conversaciones privadas. Lo primero, entonces, es entender que cuando el lenguaje cobra valor de música, algo se calla. Pero hay dos formas del silencio. Una es la voz, que conduce al hombre y que es áfona, pues, como señaló Freud, al masoquismo lo deducimos de los actos: transcurre en silencio. La otra es la letra, que es muda y no se escucha, se lee en la superficie de lo que se dice. Hacer el pasaje de la escritura muda del síntoma a la escritura hablante equivale a pasar de la voz áfona a la voz del deseo allí donde el inconsciente es la voz de nadie, y el sujeto se capta determinado por letras del vínculo social. Entre los dos extremos de la voz sonorizada de la psicosis y la voz baja de la razón y del deseo, el analista lee en la palabra y encuentra, como lo hace el poema, el tono de la letra. *Pablo Garrofe es miembro de Analytica Buenos Aires, y ha publicado trabajos sobre la música, la letra y la voz en Lacan: la marca del leer, de Editorial Anthropos, y Lacan: amor y deseo en la civilización del odio, de la Editorial de la Universidad de Granada, y en la Revista Letrahora.