La mujer en el franquismo

Vallejo najeraLejos de un discurso progresista, que intenta convencernos de que se han liberado
y continuarán haciéndolo, el artículo cuestiona
a la franquista que pervive en cada mujer del tiempo postindustrial que vivimos.

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a reconstrucción del tejido social español, de la trama discursiva, durante la dictadura franquista tuvo lugar bajo la égida del ‘odio al comunismo’ y a todo lo que tuviera que ver con él. Quería conseguirse la cohesión social reforzando todo aquello que se consideraba la esencia de ‘lo español’, acudiendo a las tesis del biopsiquismo más tradicional, el de los fenotipos culturales y la pureza de las procedencias del carácter español, a la vez que rescatando los valores más represores del catolicismo. En definitiva, partiendo de la religiosidad más medieval se recuperó la idea de una España unida a través la aglutinación de reinos y apelando a su origen católico, y cuyo paradigma eran el yugo y las flechas. La religión se encargó de proporcionar las armas educativas, que comulgaban con los temores más ancestrales del más rancio conservadurismo. Un espectro atraviesa Europa, el espectro del comunismo.1 El Vaticano puso manos a la obra para rechazar las formaciones culturales que estaban prendiendo con fuerza y le dejaban en mal lugar. Así, apoyó todo lo que se opusiera a la idea del comunismo, y a lo que oliera a crítica del catolicismo. Entre esas formaciones culturales estaba el psicoanálisis.

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e reprimió todo lo que tuviera que ver con la liberación respecto a la moral. La alineación de la Iglesia española con el golpe del ’36 se resumía en lo siguiente: la confrontación no era entre un gobierno legal y otro ilegal, sino entre Dios o no Dios, lo que permitió hablar de Cruzada.2 Sobre esas premisas se apoyó toda serie de crueldades para restaurar un orden anterior a la ley vigente que derogaba derechos y aseguraba viejos privilegios.

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la mujer se la relegó a la retaguardia de la reconstrucción. Las tesis joseantonianas sobre la abnegación de la mujer y la no-intervención en la plaza pública fueron las que conformaron el modelo social de mujer asignándola las funciones de los cuidados sanitarios y de auxilio social.

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stas tesis estaban apoyadas en dos instituciones:
– La Sección Femenina, presidida por Pilar Primo de Rivera, que pone en práctica las ideas de su hermano sobre la mujer; es decir, el odio a la mujer-miliciano y a su intervención en la vanguardia.
– Auxilio Social, extraído del Winterhilfe alemán (Auxilio de Invierno),3 porque en palabras de su fundadora, Mercedes Sanz Bachiller, «no todo lo que hicieron los nazis era malo».

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stas dos instituciones eran las encargadas de «reconducir y limar las asperezas y rencores» de los derrotados hacia los vencedores.

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omo bien se sabe, no hubo ninguna concesión a los que perdieron: tuvieron que renunciar a su libertad, en algunos casos a su apellido, y por supuesto a su ideología.

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e creó un aparato de salud mental que se apoyó en las tesis psiquiátricas del militar Antonio Vallejo-Nájera, tesis que se basaban en la nobleza del carácter hispano, en valores castrenses y católicos, y en la debilidad mental de los marxistas de no reconocer las jerarquías y los órdenes sociales superiores.

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us principales tesis planteaban:
«La inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos.»
«La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento que promocionan a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores.»4

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, lo que es lo mismo: «los marxistas aspiran al comunismo y a la igualdad de clases a causa de su inferioridad, de la que seguramente tienen conciencia. Y por ello se consideran incapaces de prosperar mediante el trabajo y el esfuerzo personal. Si se quiere la igualdad de clases no es por el afán de superarse, sino para que desciendan a su nivel aquellos que poseen un puesto social destacado, sea adquirido o heredado».5

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iguiendo sus tesis establece la categoría de imbécil social, definiéndola así: «imbécil social incluía a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas».6

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allejo-Nájera señalaba en sus conclusiones que en el caso de las mujeres no había realizado el estudio «antropológico del sujeto, necesario para establecer las relaciones entre la figura corporal y el temperamento, que en el sexo femenino carece de finalidad, por la impureza de sus contornos».7

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us experimentos fueron llevados a cabo en prisiones, sobre presas políticas anarquistas y comunistas. La idea de la transmisión genética y parental del marxismo originó el alejamiento de los niños de sus madres, llegando a prescribir una hora diaria de amamantamiento a las presas que tenían hijos lactantes, hasta el extremo de producir inanición en algunos casos y en otros el paulatino o forzado alejamiento parental, entregándolos a familias que los adoptaban demostrando previamente su catadura católica. Asimismo, se dieron numerosos casos de cambio de apellidos de origen para hacer imposible su rastreo

.Estas acciones fueron tomadas como modelo en otras dictaduras.

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allejo-Nájera llevó adelante la tarea de psiquiatrizar la disidencia, como un modo de destruirla. El inconformismo era utilizado como sinónimo de patología. Esta tarea no se limitó al terreno teórico sino que sirvió para dar cuerpo científico a buena parte de la estructura penitenciaria de la dictadura así como a sus políticas educativas y sociales.

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allejo-Nájera parte, en sus estudios sobre la mujer, de lo que según él son características del sexo femenino: debilidad del equilibrio mental, menor resistencia a las influencias ambientales, inseguridad del control sobre la personalidad, falta de las inhibiciones inteligentes y lógicas que hacen que en situaciones en las que desaparecen los frenos sociales se despierte su crueldad, siendo «además las revueltas políticas la ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes».8

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obre esta debilidad era calibrada la mujer. Así fue relegada a una intervención pública de segundo orden, siempre detrás del hombre y eliminados sus derechos anteriores. Relegada al ámbito doméstico, su mandato era en el hogar, de puertas adentro. Todo ello conformaba un modelo de mujer abnegada y humillada en muchos aspectos de lo social.

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a legislación franquista evidenció esta cuestión convirtiendo a la mujer en una eterna menor de edad si se casaba, y a no existir como mujer si no lo hacía, considerándola a partir de una fragilidad mental y física así como de una incapacidad para desarrollar cualquier labor fuera de la casa.

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o se contemplaba que la mujer por voluntad propia tuviera deseo de estudiar o trabajar. Si lo hacía era en caso de necesidad, y siempre considerando que era poco apropiado. Se recomendaba la prudencia en el estudio, que se aconsejaba abandonar, ofreciendo alternativas al «difícil y cansado camino de los libros».
Ya fuera por la vía de la humillación, de la sumisión o de la disuasión, el objetivo era no sólo limitar sino hacer desaparecer la posibilidad intelectual, creativa y crítica de las mujeres.

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l estado franquista se apoyó en la corriente más reaccionaria de la Iglesia Católica para dominar a la sociedad española por medio de la religión y el terror. La noción de pecado se hizo más extensiva y se le añadió en muchos casos el carácter de delito. Así por ejemplo el adulterio, los amancebamientos, no sólo eran pecado: también eran delito; por no hablar de la homosexualidad, cuya persecución fue atroz. El único matrimonio legal era el matrimonio católico, de modo que los matrimonios civiles y los divorcios anteriores quedaron según la ley anulados, con las importantes consecuencias que se derivaban como la de que los hijos antes legítimos se convertían en naturales, adulterinos, o de padres desconocidos.

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na férrea moral, mantenida a través de la censura y la represión sexual, atravesó la idea del amor, la sexualidad, la familia y el pudor. Las prácticas sexuales tenían sentido sólo en su función reproductiva encuadrada dentro del modelo de familia católica al que se debía tender, quedando el goce sexual, para la mujer, asociado a la noción de pecado.

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aralelamente, el peso moral hizo que se fuera afirmando un discurso de culpabilidad permanente, muy arraigado en la doctrina católica, en la que la mujer se vio obligada a vivir, al mismo tiempo que se empezó a publicar una multitud de manuales para reafirmarla. Esta culpabilidad se fue alojando en los vínculos y en los discursos cotidianos, y su presencia perdura hasta hoy. Gran parte de lo que la lengua española transmite son contenidos de una marcada religiosidad, consiguiendo que esa culpabilidad aparezca frecuentemente ante, por ejemplo, cualquier cuestionamiento, cerrando a su vez la dimensión de responsabilidad subjetiva. También el modo de corte que propicia la lengua es en muchos casos dogmático, cerrando el diálogo con lo que es incuestionable, con lo que no se discute, evidenciando las relaciones estrechas que lo dogmático tiene con la moral.

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esde mediados de los años ‘50 el régimen franquista comenzó a experimentar una serie de crisis y transformaciones. Empezó a perfilarse el cambio de la economía española hacia una capitalista moderna, con grandes concentraciones de capital y con una nueva clase trabajadora emergente.9 Ante el crecimiento de la oposición el régimen reaccionaba con un tira y afloja. Entre un cierto aperturismo (un liberalismo en lo social paralelo a la liberalización económica), y la dura represión de siempre.

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on la apertura política y la caída del régimen de Franco, el psicoanálisis, con la lectura de Freud que hizo Jacques Lacan, reabre el debate acerca de la mujer. El psicoanálisis viene como respuesta al discurso del franquismo en el que la mujer es tomada como débil mental, como menor de edad, como elemento decorativo inerte, sin pasado ni historia, que se ve llevada a hablar una lengua muerta y a que hablen por ella o de ella.Sin embargo, el discurso analítico no viene a plantear un nuevo modelo de mujer conforme a un cierto idealismo, sino que señala cómo el modelo de mujer está condicionado por los movimientos del discurso que organiza lo social.

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esde nuestra perspectiva analítica sostenemos que la idea de mujer presente actualmente en la vida pública está ganada con respecto al mercado, lo cual está lejos de ser una liberación. Está sometida a las leyes y silencios que impone el discurso del capitalismo actual, a la vez que no se ha despojado de la idea de que la mujer debe ser abnegada, católicamente hablando, o si se quiere, no se ha librado de esa abnegación cuya raíz hemos señalado anteriormente, de modo que bajo los ropajes de pasarela, encontramos los cilicios de siempre. Abnegación como un nombre del goce que consolida el discurso. Ésta es nuestra propuesta para el debate sobre la mujer de hoy.

Notas:
1. Marx, Karl y Engels, Friedrich. El manifiesto comunista.
2. «Así es esta guerra: una Cruzada… Tiene que ser así: ésta no es una guerra normal sino una guerra de Cruzada. De un lado, el furor satánico de los rojos; del otro lado, el milagro permanente con que la Providencia se nos manifiesta». Son palabras de Ma. Rosa Urraca Pastor, dirigente de Las Margaritas, organización de mujeres carlistas de Navarra, que reciben su nombre en honor de la Reina Margarita, esposa de Carlos VII. Esta cita procede del libro Domingo, Carmen. Con voz y voto. Mujer y política en España. Ed. Lumen, Barcelona, 2004.
3. Institución de asistencia a los más necesitados, creada en octubre de 1935. Funcionaba sólo con donaciones y distribuía medicamentos, ropa y comestibles, y sostenía comedores públicos para ancianos que vivían solos.
4. Aparecido en el periódico español El Mundo el 20 de enero de 2002.
5. Ibíd.
6. Ibíd.
7. Ibíd.
8. Ibíd.
9. Los esfuerzos en pro de la religión y la familia católica se topan con ciertos límites: «Por cada obrero que lográis que descubra a Dios, hay diez que descubren vuestros ingresos«. Marsé, Juan. La oscura historia de la prima Montse. Seix-Barral, Barcelona, 1970.

Autores | Beatriz Reoyo y Emilio Gómez Barroso

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