La producción en el cártel: discurso analítico, discurso capitalista
– el saber y la producción
– contaminación de la producción
– la plusvalía y la ganancia
– el tonel de las Danaides
– trabajo para uno- trabajo en común
Hay que bajarse del burro.
El reto de hacer un trabajo para el cártel, de hablar de la producción que puede alentar la participación en un espacio que merezca tal nombre, a la altura de lo que Lacan pensó sobre él como órgano de una escuela, me conduce a hablar sobre la diferencia de la producción en el discurso analítico y la producción en el discurso capitalista, y la más que probable polución de una estructura dominante en la práctica analítica.
El posible trabajo sobre estas relaciones aparece como lectura casi al final del cártel, sin embargo, tratarlas sin incurrir en la erudición me lleva a bajar el tono de las cuestiones que tienen que ver con el saber.
El cártel no es un espacio de circulación del saber, sino un espacio para pensar el trabajo dialogado de un grupo ligado a un elemento exterior que debe producir el mismo grupo, este elemento nombrado como +1 localiza y concretiza las cuestiones en que el grupo se enreda, sin ninguna consistencia más que la vuelta al trabajo de la temática que aparece en el diálogo. En ese sentido, y después de un tiempo de trabajo, se señala en el cártel la producción del +1 como unaelaboración provocada. Esta elaboración apunta a no ser producida por ninguna imposición, es una elaboración del discurso, aunque hay alguien que lo propone se decanta mediante el acuerdo y la aceptación de los demás miembros del cártel. Es la elaboración de un lugar aparte que matiza al grupo en tanto grupo sin atender a opiniones que generen aspectos imaginarios dentro del grupo, subdivisiones que producen consistencias, aunque esto sucede en cualquier grupo, tal vez hay que tomarlo como momento del trabajo sin otra particularidad.
¿Cómo pensar el cártel, cómo pensar la producción en un grupo sin amo?
De lo que se apropia el amo es del saber extraído al esclavo. En el paso que se da desde el amo antiguo al capitalismo se añade un elemento más: la forma de extraer el trabajo y la llamada al trabajo. Primero divide el trabajo, hace cadena, produciendo una especie de ignorancia sobre el producto. Esto permite una acumulación del producto, aunque hace falta otro paso más, ese que nombra Marx, con esa serie Dinero- mercancía- dinero, que se transforma en plusvalía, este exceso se pone más tarde en circulación de manera especulativa sin asiento real en los medios de producción y sin ningún tipo de recuperación del producto como cambio para la parte productiva, el uso lo ha de comprar en el mercado, es decir en la distancia que media entre la necesidad de consumo y la posesión privilegiada de los medios de producción y sus estrategias de atracción para la circulación del producto.
Una de las relaciones posibles entre producción y discurso es la reducción económica que hace Freud con los asuntos que tienen que ver con el goce y que Lacan liga directamente con Marx, con respecto a la producción de plusvalía, la imposibilidad de evitar que el exceso producido en el aparato del placer trabaje en una dirección incontrolable para el yo.
Este juego, el de la desposesión de los resultados del trabajo que se transforma en otra cosa: mercado, pero, ¿quién gana?, ¿a quién favorece la tirada de dados?
¿Cómo asegurarse de que el modo de producción es un modo de producción que se espera de un cártel? No lo sabemos. No obstante, tenemos los modos de producción ideales que se producen en el capitalismo y de los cuáles no estamos libres desde el discurso analítico por su poder de penetración social.
La relación entre los discursos que pone en juego Lacan en la vida contemporánea apunta a diferenciar mediante los mismos matemas el lugar que tienen estos dentro de los diferentes discursos, lo que producen y desde donde lo producen, con qué dialogan y lo que decantan como verdad, no desde la reducción entrópica que estaría a la altura de la ciencia, si no atendiendo a la conjetura de su existencia y a la verdad que producen. Sin embargo, su debilitamiento está marcado por el establecimiento sistemático de un sujeto proclive a la sutura, y la acción del brillo en una imagen oscura que hace dificultoso ver otro modo de hacer con la palabra, la instauración de un estado de optimismo sujeto a las leyes de fluctuación de mercado, desplazamiento significante, cuyo fin es crear un horizonte ideal de riqueza y un movimiento marcado por la sustitución frenética de objetos de consumo que taponan una falta estructural.
Por tanto, ¿cómo saber si, a pesar, de estar atendiendo al discurso analítico, no caemos en las leyes del mercado en cuanto al valor del producto?
Los distintos momentos del capitalismo, en los que recoge la forma de producir objetos y el salario que se recibe por producir ese exceso de producción: la plusvalía.
¿Cuál es la ganancia?
Me pregunto si es correcto hacer esta extrapolación para hablar de la producción en el cártel, si ésta es un error lo recogeré, pero el aburguesamiento del diván y de las instituciones generales (las de los Estados también) me lleva a servirme de estos datos para llegar a cierto claro. Me serviré de los más actuales con respecto a los momentos del capitalismo:
– El fordismo, apostó fuertemente por las cadenas de montaje, elaboración de un producto deseado, mediante la suma de las partes, y puesta en circulación entre los mismos trabajadores del producto acabado. Un producto que transforma los estatus y que es el paradigma del éxito, en tanto en cuanto conforma el sentido común de la exclusividad. Lo que produjo el fordismo fue la extensión de la razón capitalista a todas las esferas de la relación social. Este momento del capitalismo produce una forma lógica de circulación, pero tiene un límite, la competencia. Extrapolándolo al cártel hacer un producto de consumo propio y deseado que no concluye en el mismo cártel, sino en la repesca de un lugar que no puede ser profesional y que se convierte en ello por el prestigio. ¿Qué diferencia hay entre esto y el prestigio por la propia muerte que señala la dialéctica amo- esclavo?
– El taylorismo que define la recompensa o el salario mediante la competencia entre los distintos valores del producto en el mercado. Volviendo al grupo, no se ve libre de la competencia; las diferentes relaciones imaginarias que se dan en el grupo apuntan a las consistencias del yo a tomar un valor diferencial con respecto a los distintos elementos. Esta secuencia del tiempo de producción se ve más claramente en el texto del tiempo lógico, del que Lacan hace depender la competitividad del yo, con respecto a salvarse de algo: un hombre, diría Lacan, afirma que es un hombre por miedo a que los otros piensen que no lo es; en ello tiene un papel preponderante, como sabemos, la función de la prisa.
En el cártel la función del +1 regula las relaciones imaginarias, no evitándolas, sino teniéndolas en cuenta para que con el trabajo puedan ser transformadas, señalando los enredos del grupo en su conjunto se señalan también los efectos de sujeto en el mismo, que por ello están sujetos a los vínculos sociales de la contemporaneidad.
– Añádanse el resto de otros momentos del capitalismo, las otras formas de producción y de poner en acto las plusvalías generadas por el trabajo. Ya sea producción insaturada de productos o utilizaciones de las plusvalías generadas por el trabajo en el juego de la especulación, compra de intereses que amplían la tasa de ganancia, que genera una distancia enorme entre el conjunto del valor y los movimientos posibles de la fuerza de producción.
Pareciera que sólo hemos señalado los hitos que reconducen la plusvalía a las exigencias del amo en sus diferentes momentos de ansiedad. Seguramente, aunque también de sus exigencias no quedamos libres, es preciso tenerlas en cuenta.
Si el cártel es una producción de discurso, generar la posibilidad de movimiento de un discurso a otro, es preciso señalar la pregunta que inaugura Lacan en busca del algoritmo del discurso:
¿Cómo podría captarse toda esa actividad psíquica sino como un sueño, cuando mil veces al día se oye esa cadena bastarda de destino y de inercia, de tirada de dados y de estupor, de falsos éxitos y de encuentros ignorados, que son el texto corriente de una vida humana? (el subrayado y parte de la cursiva son míos)
Volvamos al campo de lo onírico:
Abramos preguntas con respecto al discurso. Puede ser que la forma de trabajar en el cártel difiera en algunos aspectos del trabajo en un análisis, es decir, entre otras cosas sería forzado equiparar la figura del analista con la figura del +1. El cártel se postula como la base organizativa de la escuela, no obstante, si esto es así, habrá que pensar la forma en cómo trabaja el cártel la función del +1, ya que parte del trabajo en el cártel sería la comprensión del trabajo alrededor del +1, como definición política de este órgano base. Es decir, el cártel tendría que pensar cómo es un grupo sin líderes, cuyo único fin es sostener una estructura de trabajo temporal mediante una forma grupal sin elidir las consecuencias de esto y endilgárselas al jefe si sale mal y apropiárselas si sale bien. Un trabajo sin euforias.
No encontramos en el cártel otro lugar para su discurso que no sea el discurso analítico. Es decir, partir del vacío y dialogar con los efectos de sujeto y su división, cuyo producto es un significante amo y su verdad un saber que no se sabía.
Ahora bien, ¿Qué es el S1 como producción?, ¿un lugar de requerimiento que condensa un modo de producir?, ¿una forma matemática de aliento a la producción de un saber que no se sabía?, ¿un texto que produce un lugar matemático como resto de operación de lenguaje? De momento lo único que tenemos en este cártel es la elaboración provocada del +1 y el texto que se va produciendo como diálogo de los miembros de un grupo que han elegido un tema que se va dividiendo en otros.
Pero, ¿cómo se produjo un campo así?, reconocimiento de textos, errores y vuelta al trabajo. El reto del cártel es generar un campo de diálogo en el que cada miembro del grupo vaya recortando su trabajo en el texto, y esa elección decante un producto.
Como se matiza en las jornadas del cártel de 1975, este es un campo matemático de circulación de debate, en el que el abatimiento del trabajo está perfilado por el escepticismo sobre nuevas propuestas y el aliento por un sujeto que no busca el reconocimiento en el grupo, sino en la conjetura propia de su trabajo, que posiblemente abra un campo de creencia. Es de difícil traducción ese y croier, que Lacan capta de las discusiones en los grupos matemáticos, cuando finalmente el sujeto final es la matemática; si hacemos un esfuerzo de traducción estaría en el establecimiento de un lugar y la confianza en él, un creer allí, un creer ahí, en que eso se dará.
Aparentemente, esto suena algo extraño, si no tenemos ciencia tendremos religión. Sin embargo, la experiencia nos muestra que el modo de producción en los orígenes del capitalismo y la constitución de los Estados contemporáneos no se dio sin aprovechar ciertos elementos de la religión, aunque en ello se sustituyó la idea de Dios por la creencia en otro dios: el dinero, logrando una especie de perversión divina: conseguir un dios cojo y mandar al infierno a aquél que no tiene caballo donde montar.
La creencia que puede generar un campo cartelizado se ciñe a que el debate generado decante un producto como resto de operación de discurso que no pertenezca a nadie, sino que dé cuenta por sí mismo del trabajo realizado a lo largo de un tiempo limitado.
¿Cuál es la ganancia?, si no es la plusvalía que genera el trabajo, ¿quién se apropia de esto?, digamos que el trabajo para quien trabaja y su producto para compartir. Generar un campo de experiencia, en el que la experiencia sea personal y el campo general, en el que el producto sea un pequeño jirón de discurso que contenga la esencia de lo que pretende dicho campo, el lenguaje permite que aparezca ese lugar de condensación de resto de la operación cuya materialidad es la desapropiación.
En nuestro modo de trabajar la división de los temas de trabajo se han ido recortando en el diálogo, a través de él se han ido decantando temas que resonaban en el devenir de la actividad del cártel, aunque estos temas estaban claramente delimitados, también podían tomarse como una lectura que permitía la apertura a otro tema.
Con respecto al tema de la producción, que intento desarrollar en este trabajo, nos hemos tomado nuestro tiempo, casi al final. ¿Cómo matizar este tiempo?, ¿ortodoxia, ortodoxia, sin más?, el tiempo apremia, llevamos más de dos años y eso es un límite específico para los cárteles, bien es cierto que trabajando a diferente ritmo, al principio de manera ejecutiva, volcando propuestas que caían en un tonel sin fondo, casi como el castigo de las Danaides, pero a qué servía este trabajo agotador si no se recogían después las propuestas hechas, tal vez la función del cártel no es recoger las diferentes propuestas de trabajo como acuñaciones para una escuela, tal vez olvidamos el esfuerzo de lectura que lleva aparejado cualquier forma inercial de producción, este tiempo era necesario.
Se abrió después el tiempo de ver un lugar para el cártel, ese fue para mí un momento de contención imaginaria de cada uno de los miembros del grupo, se empezó a instalar el corte como forma de seguir en otro lugar y la pregunta alrededor de algo exterior al grupo que no cerrara la necesidad de localizar la función interna de localizarlo en su mismo seno: la designación o localización del +1.
Para nosotros no fue fácil, fue una decisión tardía tomada como elaboración provocada y que dio otro rumbo al cártel, intervenciones más largas y concretizaciones de trabajo y la sensación de un trabajo largo en un campo nuevo, del cual un texto es más bien escaso.