Intervención de José Slimobich en la asamblea de Carta Abierta de 2009

carta abierta

Para hablar de subjetividad en esta época llamada de crisis, es necesario entender la potencia del termino crisis, en tanto una de sus traducciones posibles es el termino «oportunidad». Sin ahondar en la etimología de la palabra crisis, debemos preguntar oportunidad para qué, desde donde la oportunidad.

Recordé entonces, en la cumbre de presidentes de demócratas progresistas de América latina en Viña del Mar, sorpresivamente, Marco Aurelio García, ministro de RE de Brasil, señaló que tendremos que pensar, el dijo los progresistas, el postcapitalismo, y eso, agregó, dependerá de lo que suceda en los movimientos sociales.

Entonces tomaré esto para una gran pretensión que no podré cumplir, hablar con claridad y certeza de subjetividad y post capitalismo. Pondré ante ustedes, entonces, solo unos apuntes, ideas para reflexionar sobre estos dos grandes temas y los que de ellos surja en los debates que nos aguardan. El primero es la cuestión de la subjetividad. Quiero señalar, al pasar, que no hablo como psicoanalista, sino como militante social, quiero decir, activista, que no está situado dentro del estilo que existió, en general, en lo que se llama psicoanálisis, a donde éste fue llevado.
El psicoanálisis se estableció, esto fue propuesto por Marcelo Percia en la revista Confines, como espacio de redención personal, revuelta intima de buscadores de felicidad, gabinete seguro de confesiones revolucionarias, y nostalgia rentada de una critica inofensiva, agregada a una cierta normalización mojigata especialmente en Argentina, pero en cualquier otro lado.

Entiendo, entonces que el psicoanálisis, como teoría en la cultura, ha tomado un nuevo lugar verdadero entre las lógicas que alumbran hoy la posibilidad de comprender, de entender, de mover algo en la direcciones emancipatorias. Y esto ya no restringido a un pequeño circulo, sino al pensamiento en general. Ya no es el chiste del diván y el sempiterno señor de la pipa, aunque aun sea la realidad del psicoanalista, profesional, el de la salud mental. Ese no es el real del psicoanálisis, que como dije antes, es un discurso en la cultura y por lo tanto, en la política. Pero, entonces, entrando al tema de la subjetividad ¿que es un sujeto? y entonces vemos que todo el mundo lo usa de la manera mas cotidiana, se dice «ese sujeto es tal cosa» o «la construcción de un nuevo sujeto político» o se dice «la subjetividad contemporánea». Y este modo de tratarlo, casi electoral, tipo elija usted que quiere decir con la palabra sujeto, es el correcto. Es un comodín. El sujeto es aquel sitio que habla, en tanto usted lo dice. Y que lo atraviesa en el momento de decirlo para situarlo de un modo transindividual, en su relación con los otros, mas allá de que usted sepa en que esta enredado, usted y los otros. En el límite, la subjetividad es un fenómeno que escapa a toda clase de condicionamiento individual, exceso en esa instancia individual. Eso habla. Y además, debemos señalar que el sujeto tiene relación con la verdad. Sujeto y verdad están relacionados, así hablar del sujeto implica hablar de la verdad, como lugar dentro de una lógica.

Por eso señalé antes que el sujeto es un comodín: se arma un texto, y se coloca un sujeto, que funciona en ese texto que se armó. Podemos decir, el sujeto es un candidato a ser ocupado por quien toma la palabra, representando un lugar que lo excede como individuo. Como antes señalé, habla como subjetividad. La palabra clave es transindividual.

Un ejemplo posible es aquel discurso que pone en forma al sujeto con nombre propio, en el lugar del elector. El sujeto de la democracia en las grandes masas votantes, perfectamente negociables, y lo que otorga al votante un sujeto es una doble inscripción: por un lado, saber que es parte de una masa, por el otro, suponer que practica un acto individual, que además percibe, esto es lo fundamental, como acto de peso verdadero y a veces decisivo en lo que ocurre en dicha votación, lo compromete sin mas responsabilidad que haberse, quizás, equivocado. Esta doble inscripción, este imposible del todo lleno, es lo que caracteriza al sujeto en una división que le impide completarse por él mismo. El sujeto participa del campo de ilusión de una participación verdadera.

Podemos, entonces, decir que solo se habla en términos de sujeto cuando el dicho toma un nombre universal que pone en forma demandas particulares. Laclau me permitirá este modo de plantear el asunto, un poco escueto.

Entonces lo particular alcanza su posición de quedar situado en un sitio exquisito, pues hace parte del universal que lo nombra. Podemos entender esta posición con respecto a nosotros mismos, argentinos, Plantearé una hipótesis ejemplo del lugar del sujeto en el texto de la relación de Argentina con Latinoamérica El sujeto es lo que representa el significante Latinoamérica para el significante Argentina. Solo habrá sujeto político si el significante Argentina encuentra su significación en el significante Latinoamérica.

Si no reconocemos en el presente de la encrucijada Latinoamericana la posibilidad, la potencia discursiva de nuestro sujeto político y quedamos encerrados, capturados en el significante argentina aislado, tendremos, respecto al proyecto emancipatorio, media derrota asegurada. Cualquiera puede objetar que esta no es ninguna novedad. Pero también esto no esta situado en un el lugar de una verdad que oriente el conjunto de la política argentina, aunque se han dado pasos ciertos y verdaderos en ese sentido. Pero es aun más urgente comprenderlo.

No hay sujeto en lo particular cerrado sobre si mismo. Y no existe un universal, que por serlo, no se abra hacia un particular. Y así, comprendiendo esta premisa, toda Latinoamérica es Argentina, y mas aún, toda Latinoamérica es Buenos Aires, nuestra ciudad, cuando se pone en juego, en estas próximas elecciones una lista que señala la posibilidad de una nueva configuración, la que señala la presencia de un miembro de la CGT, no totalmente la de Vandor y Rucci, la de los entregadores colaboracionistas de la dictadura, sino la de las luchas del Lisandro de la torre, la de la CGT de los argentinos, de Tosco, de Atilio López; lista que presenta a alguien que proviene del partido comunista y de su obcecación en la transformación social, tanto tiempo alejado del camino que ahora, finalmente, transita, y permitan que por un instante me detenga, de un compañero de la CTA, uno de aquellos doscientos, que cuando todo un país se arrodillaba frente al milagro económico del deme dos de Menen y Cavallo se plantaron con un grito, de donde surgieron miles, ese grito «CTA de los trabajadores», y con esto quiero señalar a otro de esos doscientos, a mi hermano y compañero Carlos Girotti, miembro de Carta Abierta. Como para que después no digan que somos utópicos, que peleamos en vano, que no entendemos el orden de las cosas. Y que los intelectuales solo servimos para la abstracción, para darles libreto a los que hacen las cosas. La subjetividad, entonces, es la que, deslizándose entre ellas, pone en relación diferencias impensadas., y que aporta el vacío referencial necesario para que ellas se incompleten y combinen.

Dicho esto sobre el sujeto podemos ahora preguntar donde esta el sujeto hoy. Esto es mucho más ubicable que los ejemplos, probables, que he propuesto: lo haremos a través de su correlato: el objeto el sujeto se relaciona con un objeto que lo causa.

Tomemos el sujeto de la ciencia. Pensamos sentimos, que la ciencia ha triunfado, que todo es la ciencia. Justamente, el sujeto de la ciencia es lo que la ciencia desecha, lo que a la ciencia no interesa, lo que la excede o la coloca en una posición de inconsistencia permanente: por ejemplo en el científico, el sueño, las fantasías, o sus pueblos y pasiones, no hacen parte de la ciencia. No hacen al concepto de ciencia. No estoy hablando de todas las definiciones de ciencia, sino de esa ciencia vinculada a la tecnología, de la ciencia triunfante, que produce los objetos que nos interesan. Hablo del celular, de la televisión, de la computadora, por ejemplo.

¿Y que es lo que realmente nos interesa de ello? Que nos permiten ejercer, más allá de la distancia, en la multiplicidad de posibilidades, una extensión de la voz y la mirada. El celular, la televisión. En la distancia, el ejercicio de la voz, y, mas llano, el camino de la mirada, eso nos habla y nos mira. Este es el desecho, lo que queda fuera del cálculo: La voz, la mirada, estos objetos son los que nos interesan.

Entonces, observemos que ambos son ubicables solo por un discurso, en un discurso. Son pues, letras. No es solo la letra que se escribe en el cuaderno. Es la letra que esta escrita en el cuerpo, en la voz, en la mirada; en sus cicatrices, tanto como en la palabra. Y esta letra, es el objeto que causa al sujeto, ya que solo un discurso puede recuperar esos objetos en juego y los recupera en un discurso, con sus letras y lugares, mas allá de las palabras, dándole todo su alcance al lazo social y en él, a la creación de nuevos elementos.

Este sujeto contemporáneo, producido por el posmodernismo, es decir por los dichos que lo convierten en un autómata de los medios de comunicación, que le ordenan lo que debe sentir, pensar, comer, viajar, etc. un sujeto articulando, como parte de su propio cuerpo, a los descubrimientos de la ciencia, a todo vapor, el teléfono celular, la compu, etc.

Esta extensión infinita del oído y de la visión es la marca de la subjetividad del capitalismo que lentamente va proveyendo todo lo que el fantasma del sujeto necesita como goce, como puro transcurrir del tener y elimina un factor que llamaremos falta de gozar.

Una inquietud rabiosa, a mi parecer, será la marca del postcapitalismo. Un despertar progresivo y doloroso de un discurso sin limites, quiere decir que el capitalismo es un monologo del capital. Es un texto sin limite, es como escuchar a alguien que habla sin parar, sin parar, que uno escucha pasivamente, y un día capta, que aquel que habla sin parar solo le da valor al que escucha, si es consumidor, si acepta estar muerto para otra cosa, si es escuchante.

Dijimos un discurso sin limite, así es, el discurso capitalista no es ni impotente ni imposible, marcha a todo vapor, produce un goce sin medida, no acude a ninguna
insatisfacción, aunque en su andar, se insatisfaga medio mundo, pero no de discursos. La gente, como se dice, adhiere al discurso capitalista, porque, bien, una de las explicaciones, es que somos lo que tenemos?..cuando vamos a buscar el ser, encontramos el tener, “es tal cosa”, “es lo otro”, el objeto letra dice al sujeto tú eres esto que crees poseer, pero soy yo el que te posee, pues no tienes otro modo de decir el ser , que imaginas completo, que al creer que tienes el objeto.

Y esto sucede pues al decir el ser, necesariamente diré el ser en falta, y conseguir el objeto permite suturar dicha falta, por eso el dinero nos tranquiliza tanto, asegura el tener, y por lo tanto asegura el ser. Parece una propaganda publicitaria, asegure su tener que asegurara su ser.

Así, entendemos que los desposeídos también adhieran al discurso capitalista, lo consumen. Más aun, lo único que consumen es ese discurso. Pues si no es así, no comprendemos porque los humildes, es decir las villas miserias de la capital votan a Macri. Lo votan porque es el paradigma del discurso triunfante, aquel que
promete «participaras de mi riqueza, al participar de mi discurso». Como señala Alejandro Kaufman «El opresor es el que se encuentra en condiciones de poner a su favor el lenguaje.» Y esto es tan así, es tanto su poder que, nuevamente cito a Kaufman; «La base de tales comportamientos irracionales se desvincula de los intereses objetivos de los sujetos. El odio puede mas que el hambre» y agrega, finalmente: «Si se logra que una población experimente un odio acentuado, y se orienta ese odio hacia cierto destino, se podrá ejercer un elevado grado de control sobre esa población».

Cualquiera puede ahora señalar que no comprendo las necesidades materiales de la gente, que también hay razones políticas, etc… Lo cierto que no hemos, aun, efectuado la política de otro discurso que derrote el discurso del Patrón, con mayúsculas…

Si algo he aprendido del psicoanálisis, y de la política efectivamente ejercida, es a desconfiar de las buenas intenciones, porque el que nos enseña a pensar así es Fidel, cuando señala: esta es una batalla de ideas. Es, repito entonces, una batalla de discursos.

Discurso quiere decir retórica, y también potencia de acción, de realidad de producción política. Y por eso, es por otro discurso que esto puede estallar, que esa masa puede levantarse y echar a andar, lo demuestra toda Latinoamérica o gran parte. De que forma eso esta, sucede, uno de esos formalizadores está hoy con nosotros.

Lo que quiero decir es que cuando eso sucede no es solo cuando esta todo preparado, sino cuando se agrega un elemento, un objeto voz, que puede ser un ruido, un disparo en una esquina, el ruido de una cacerola o aquel canto de la CTA, o el que se vayan todos de diciembre del 2001, sintetizan, por un instante, toda la cadena de demandas heterogéneas, en una nueva configuración. Pero sin esa voz, sin ese ruido, sin ese objeto, no emerge la prisa, apresurémonos, señala el objeto al sujeto, que vamos a perder el lugar en la cola, la silla donde sentarme, mi lugar en el grupo, el momento de la revolución. Por ello, el objeto, ese objeto que es letra en un discurso, vinculado al sujeto, no es solo la voz, que nos toca y llama, la mirada del conjunto sobre la particularidad; lo oral, que marca la incorporación, poner adentro ese objeto, hacerlo particular en cada cual, y finalmente el don, la capacidad de dar , de entregar lo que sea necesario, en función de ese objeto letra que escribe la prisa del ser por existir.

Es impresionante cuando el objeto “a” se muestra como lo que es: un conjunto letra que no se agota en ser un objeto de la ciencia, que anima una multitud, cuando esta se sitúa en las entrelineas de un discurso que nos recupera de algo que destruye el tener y el ser, que agota con su giro incesante y superyoico diciendo «resígnate y goza de lo mismo, de ser basura…»

Esa recuperación del plus de valor, que se había cedido al amo o al capataz o al objeto que nos aliena y domina, al prejuicio, al sentido común. Esta recuperación abre la posibilidad de nuevos juegos, aun no definidos y aclaremos, de suerte incierta. Pero tienen la atmósfera de mantener el conflicto, de no cerrar la posibilidad y por lo tanto, de avanzar en el campo de las transformaciones necesarias.

Enmarcado en este proceso de transformaciones, el postcapitalismo obtendrá una colección de nuevos recursos teóricos para pensar y pensarse, ciertamente originales o al menos con un lugar que antes no tenían. Y esto tendrá dos vertientes

Por un lado el establecimiento de nuevas formas de explotación, que sobrevendrá con las nuevas y convincentes tecnologías ecológicas. Será una época de continuación, pero de gran transformación ecológica, con una expansión cada vez mayor de las tecnologías de acumulación informática, y con transformaciones en los mapas del dominio mundial, de su geografía política. Pero continuara la explotación sin medida, la producción de inmensas masa sociales desamparadas en sus márgenes.

Pero también, será la época del surgimiento de nuevas fuerzas políticas y sociales, impensadas, llamadas populistas, pero que renuevan la batalla por un nuevo orden en la distribución de las riquezas del mundo. Esto nuevo cuenta a su favor con los campos de trabajo e investigación, asimismo renovados, del campo teórico, como las teorías económicas que cada día ven más fuertemente vinculadas economía y política y como hoy mismo, en esta mesa lo podemos comprobar. La filosofía, y la politologia que ocupa hoy el lugar de la divulgación de las preocupaciones políticas y éticas, vanguardia en el combate contra ese sentido común que nos paraliza, y también el psicoanálisis, que aporta sus lógicas del no todo, de la inconsistencia y de la letra, en la construcción de una subjetividad, aquella que será marcada por la participación popular, que es el rasgo distintivo de esa otra salida llamada postcapitalismo. Porque sin los hombres y mujeres del pueblo, nada será posible y allí deben incluirse los intelectuales… La masificación participativa en el conflicto político. Pues hoy lo que inquieta al núcleo del establishment es esta participación popular, mas aun, lo único que les inquieta es lo que para nosotros es extraordinariamente venturoso y saludable: la reintroducción de la conflictividad en la escena política, y la idea de la confrontación, así como la homologación entre democracia y conflictividad, y no solo el voto pasivo de un sujeto neutro.

A esto se agrega la ruptura de la especialización, donde las teorías de los campos diversos se nutren, se contaminan, produciendo efectos como la V Carta, donde se esboza un programa que, tranquilamente, podemos llamar postcapitalista, pues, por que no decirlo, es un programa que nunca se cumplió, al menos en la Argentina.

El post capitalismo suponemos nos entregará un sistema diferente si su orden político no produce vivienda, salud y alimento. Pero además, algo que no es reversible: una biblioteca en cada casa, un hombre, una mujer que sepan apagar el televisor para escuchar el murmullo de la realidad, un militante que sepa que solo habitamos y ame la utopía, el delirio de vivir. Y que este delirio es social y colectivo.

Finalizo señalando que el postcapitalismo, como lo soñamos, no se hará solamente con lideres fuertes y verdaderos, que durarán lo que dure ese duro deseo de durar, sino cuando esa transformación, que luchamos porque sea justa, mas allá de toda justicia y mas allá del derecho, fundada en la pura voluntad de transformación de algo injusto sin medida, en algo injusto con medida, sea avalada por un sujeto de la inteligencia popular llamada participación popular. Esto es lo que nos enseñan los movimientos sociales, que no tendrán un saber erudito, pero tienen talento e intuición suficiente, ese que surge cuando no hay donde retroceder, donde no hay resto donde volver. Y de allí emergerán, de esto no tengo dudas, las posibilidades escriturales de su experiencia.

Agrego algo, no es fundamental si se considera optimista o poético, utópico o imposible. Lo dicho. Lo importante es que no sea indiferente.

El pueblo, así en marcha, puede suscitar algo irreversible que impida que el hombre vuelva al giro, giro girar, hasta lograr que la palabra libertad lo habite. Así se nombra, se compromete a mi parecer, Carta Abierta, que subsume la palabra amigo hermano, la palabra compañero, la palabra que no se resigna ni se decepciona.

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