Homenaje a José León Slimobich Pogarelsky

Destacado

7 de agosto de 2022

Pepe Slimobich

A los que ponen un lobo en su rostro cuando comen cordero
Ceux qui mettent un loup sur leur visage quand ils mangent du mouton
 Jacques Prevert

José León Slimobich (con b larga para respetar la grafía de la confusión migratoria) Pogarelsky, siendo un psicoanalista, pensador, militante y hacedor de cuerpos poéticos, presente en múltiples foros psicoanalíticos, eligió desde hace más de 30 años, pertenecer a la Escuela Abierta de Psicoanálisis.


Se alejó con firmeza de la purpurina política que otorgaban los escenarios multitudinarios para trabajar lo que él mismo, a través de la lectura viva de Freud y Lacan, llamó el paradigma del leer. Slimobich (con b larga) entendía muy bien que la política necesita de la visibilidad, de la imagen, y también que las apariencias engañan. Basó este paradigma en el campo de la ética (que se alimenta más de la voz y el corazón), por ello para él un seminario central era la ética del psicoanálisis, y no cedió a ninguno de los cantos de sirena que despertaban su quehacer clínico para incluirlo en las cortes monárquicas.


Tentado por el campo freudiano para un lugar en su jerarquía eligió embarcarse en la fundación de la Escuela Abierta de Psicoanálisis junto con otros compañeros. Eso le hizo encontrar lo sorprendente en lugares que tienen más que ver con el arrabal (como el tango, su música) que con la ciudad dormida. Esta Escuela se fundó bajo el modo asambleario no jerárquico, ni democrático, desde la voz de la asamblea cada uno tomaba decisiones para allanar el camino al texto de los nuevos sentidos.


No dudó en frenar, driblar, correr hacia adelante, hacia atrás, volar, con tal de combatir el aburguesamiento del diván. Fundamos también Letrahora en un momento político duro, la enésima crisis argentina, leída por él como el nuevo laboratorio mundial de la precariedad y huida de capitales hacia lugares sin miedo. También leyó el casamiento de la ciencia y el capital que traería la licuefacción de los polos, porque sabía muy bien que el amo cambia los rumbos del saber instrumental para aprovechamiento propio. Eso es discurso, compañeros, y no un saber psicológico de la letra psicoanalítica.


Una época dura como la actual nos conminó a todos al aislamiento, pero aún así seguimos estableciendo contacto a distancia, no deteniendo el trabajo analítico, ni siquiera el político, José León siempre estaba ahí para escuchar y alentar nuevas ideas, incluso echar unas risas, porque el humor no faltaba, y hay cosas que no se pueden comprar. Comenzaron desde ahí a aparecer dosier en Letrahora que expresaban la inquietud del nuevo orden y jornadas que la pantalla posibilitaba.


Es difícil traducir esto a otras lenguas, pues el significado se confunde cuando la voz suena familiar. La traducción funda el equívoco de cambiar el sentido de las cosas cuando las palabras se escriben de manera parecida, los falsos amigos del lenguaje y la política se surten de la fe y la desesperación, pero Pepe no era un hombre de fe y tampoco se dejaba llevar por la impaciencia. Sabía muy bien que la repetición era el lugar de lo inconsciente y que siempre aspira a la novedad, eso no le arredraba… Esperaba, pues su descanso era una letra que a los orillados nos transmitió como lugar de la desapropiación, de la desapropiación de sentido y de la desapropiación del yo. Un lugar vacío hecho de voz dormida, de mirada ciega, de resto y del sabor de inútil que marca el lenguaje poético y que permitió hacer cosas que ninguno de nosotros hubiéramos sabido hacer desde la reflexión y el pensamiento, decía: uno hace más con lo que no sabe que con lo que sabe, eso me llegó directo al corazón.


Implicaba esto ya una acción, la del no saber, la del no tener ni idea, transmitió muy bien que la posición del psicoanalista es no tener ni idea, y aun así no desesperar, lo importante es el discurso, no la normalidad.


Deja muchas cosas, muchos caminos abiertos, mucha letra viva y soñante, porque conocía muy bien que el sueño es un lugar atemporal donde habitan las letras por venir, quedan muchos pedazos rotos y ese lugar que dejó para ser hablado de nuevo.
Vaya nuestro sentimiento más cordial hacia la familia y amigos.


Un abrazo enorme amigo y compañero.


Emilio Gómez Barroso
Presidente de la Escuela Abierta de Psicoanálisis en España

Emilio Gómez

La producción en el cártel: discurso analítico, discurso capitalista

– el saber y la producción
– contaminación de la producción
– la plusvalía y la ganancia
– el tonel de las Danaides
– trabajo para uno- trabajo en común


Hay que bajarse del burro.

El reto de hacer un trabajo para el cártel, de hablar de la producción que puede alentar la participación en un espacio que merezca tal nombre, a la altura de lo que Lacan pensó sobre él como órgano de una escuela, me conduce a hablar sobre la diferencia de la producción en el discurso analítico y la producción en el discurso capitalista, y la más que probable polución de una estructura dominante en la práctica analítica.
El posible trabajo sobre estas relaciones aparece como lectura casi al final del cártel, sin embargo, tratarlas sin incurrir en la erudición me lleva a bajar el tono de las cuestiones que tienen que ver con el saber.
El cártel no es un espacio de circulación del saber, sino un espacio para pensar el trabajo dialogado de un grupo ligado a un elemento exterior que debe producir el mismo grupo, este elemento nombrado como +1 localiza y concretiza las cuestiones en que el grupo se enreda, sin ninguna consistencia más que la vuelta al trabajo de la temática que aparece en el diálogo. En ese sentido, y después de un tiempo de trabajo, se señala en el cártel la producción del +1 como una
elaboración provocada. Esta elaboración apunta a no ser producida por ninguna imposición, es una elaboración del discurso, aunque hay alguien que lo propone se decanta mediante el acuerdo y la aceptación de los demás miembros del cártel. Es la elaboración de un lugar aparte que matiza al grupo en tanto grupo sin atender a opiniones que generen aspectos imaginarios dentro del grupo, subdivisiones que producen consistencias, aunque esto sucede en cualquier grupo, tal vez hay que tomarlo como momento del trabajo sin otra particularidad.
¿Cómo pensar el cártel, cómo pensar la producción en un grupo sin amo?
De lo que se apropia el amo es del saber extraído al esclavo. En el paso que se da desde el amo antiguo al capitalismo se añade un elemento más: la forma de extraer el trabajo y la llamada al trabajo. Primero divide el trabajo, hace cadena, produciendo una especie de ignorancia sobre el producto. Esto permite una acumulación del producto, aunque hace falta otro paso más, ese que nombra Marx, con esa serie Dinero- mercancía- dinero, que se transforma en plusvalía, este exceso se pone más tarde en circulación de manera especulativa sin asiento real en los medios de producción y sin ningún tipo de recuperación del producto como cambio para la parte productiva, el uso lo ha de comprar en el mercado, es decir en la distancia que media entre la necesidad de consumo y la posesión privilegiada de los medios de producción y sus estrategias de atracción para la circulación del producto.
Una de las relaciones posibles entre producción y discurso es la reducción económica que hace Freud con los asuntos que tienen que ver con el goce y que Lacan liga directamente con Marx, con respecto a la producción de plusvalía, la imposibilidad de evitar que el exceso producido en el aparato del placer trabaje en una dirección incontrolable para el yo.
Este juego, el de la desposesión de los resultados del trabajo que se transforma en otra cosa: mercado, pero, ¿quién gana?, ¿a quién favorece la tirada de dados?
¿Cómo asegurarse de que el modo de producción es un modo de producción que se espera de un cártel? No lo sabemos. No obstante, tenemos los modos de producción ideales que se producen en el capitalismo y de los cuáles no estamos libres desde el discurso analítico por su poder de penetración social.
La relación entre los discursos que pone en juego Lacan en la vida contemporánea apunta a diferenciar mediante los mismos matemas el lugar que tienen estos dentro de los diferentes discursos, lo que producen y desde donde lo producen, con qué dialogan y lo que decantan como verdad, no desde la reducción entrópica que estaría a la altura de la ciencia, si no atendiendo a la conjetura de su existencia y a la verdad que producen. Sin embargo, su debilitamiento está marcado por el establecimiento sistemático de un sujeto proclive a la sutura, y la acción del brillo en una imagen oscura que hace dificultoso ver otro modo de hacer con la palabra, la instauración de un estado de optimismo sujeto a las leyes de fluctuación de mercado, desplazamiento significante, cuyo fin es crear un horizonte ideal de riqueza y un movimiento marcado por la sustitución frenética de objetos de consumo que taponan una falta estructural.
Por tanto, ¿cómo saber si, a pesar, de estar atendiendo al discurso analítico, no caemos en las leyes del mercado en cuanto al valor del producto?
Los distintos momentos del capitalismo, en los que recoge la forma de producir objetos y el salario que se recibe por producir ese exceso de producción: la plusvalía.
¿Cuál es la ganancia?
Me pregunto si es correcto hacer esta extrapolación para hablar de la producción en el cártel, si ésta es un error lo recogeré, pero el aburguesamiento del diván y de las instituciones generales (las de los Estados también) me lleva a servirme de estos datos para llegar a cierto claro. Me serviré de los más actuales con respecto a los momentos del capitalismo:
– El fordismo, apostó fuertemente por las cadenas de montaje, elaboración de un producto deseado, mediante la suma de las partes, y puesta en circulación entre los mismos trabajadores del producto acabado. Un producto que transforma los estatus y que es el paradigma del éxito, en tanto en cuanto conforma el sentido común de la exclusividad. Lo que produjo el fordismo fue la extensión de la 
razón capitalista a todas las esferas de la relación social. Este momento del capitalismo produce una forma lógica de circulación, pero tiene un límite, la competencia. Extrapolándolo al cártel hacer un producto de consumo propio y deseado que no concluye en el mismo cártel, sino en la repesca de un lugar que no puede ser profesional y que se convierte en ello por el prestigio. ¿Qué diferencia hay entre esto y el prestigio por la propia muerte que señala la dialéctica amo- esclavo?
– El taylorismo que define la recompensa o el salario mediante la competencia entre los distintos valores del producto en el mercado. Volviendo al grupo, no se ve libre de la competencia; las diferentes relaciones imaginarias que se dan en el grupo apuntan a las consistencias del yo a tomar un valor diferencial con respecto a los distintos elementos. Esta secuencia del tiempo de producción se ve más claramente en el texto del tiempo lógico, del que Lacan hace depender la competitividad del yo, con respecto a salvarse de algo: un hombre, diría Lacan, afirma que es un hombre por miedo a que los otros piensen que no lo es; en ello tiene un papel preponderante, como sabemos, la función de la prisa.
En el cártel la función del +1 regula las relaciones imaginarias, no evitándolas, sino teniéndolas en cuenta para que con el trabajo puedan ser transformadas, señalando los enredos del grupo en su conjunto se señalan también los efectos de sujeto en el mismo, que por ello están sujetos a los vínculos sociales de la contemporaneidad.
– Añádanse el resto de otros momentos del capitalismo, las otras formas de producción y de poner en acto las plusvalías generadas por el trabajo. Ya sea producción insaturada de productos o utilizaciones de las plusvalías generadas por el trabajo en el juego de la especulación, compra de intereses que amplían la tasa de ganancia, que genera una distancia enorme entre el conjunto del valor y los movimientos posibles de la fuerza de producción.
Pareciera que sólo hemos señalado los hitos que reconducen la plusvalía a las exigencias del amo en sus diferentes momentos de ansiedad. Seguramente, aunque también de sus exigencias no quedamos libres, es preciso tenerlas en cuenta.
Si el cártel es una producción de discurso, generar la posibilidad de movimiento de un discurso a otro, es preciso señalar la pregunta que inaugura Lacan en busca del algoritmo del discurso:

¿Cómo podría captarse toda esa actividad psíquica sino como un sueño, cuando mil veces al día se oye esa cadena bastarda de destino y de inercia, de tirada de dados y de estupor, de falsos éxitos y de encuentros ignorados, que son el texto corriente de una vida humana? (el subrayado y parte de la cursiva son míos)
Volvamos al campo de lo onírico:
Abramos preguntas con respecto al discurso. Puede ser que la forma de trabajar en el cártel difiera en algunos aspectos del trabajo en un análisis, es decir, entre otras cosas sería forzado equiparar la figura del analista con la figura del +1. El cártel se postula como la base organizativa de la escuela, no obstante, si esto es así, habrá que pensar la forma en cómo trabaja el cártel la función del +1, ya que parte del trabajo en el cártel sería la comprensión del trabajo alrededor del +1, como definición política de este órgano base. Es decir, el cártel tendría que pensar cómo es un grupo sin líderes, cuyo único fin es sostener una estructura de trabajo temporal mediante una forma grupal sin elidir las consecuencias de esto y endilgárselas al jefe si sale mal y apropiárselas si sale bien. Un trabajo sin euforias.
No encontramos en el cártel otro lugar para su discurso que no sea el discurso analítico. Es decir, partir del vacío y dialogar con los efectos de sujeto y su división, cuyo producto es un significante amo y su verdad un saber que no se sabía.
Ahora bien, ¿Qué es el S1 como producción?, ¿un lugar de requerimiento que condensa un modo de producir?, ¿una forma matemática de aliento a la producción de un saber que no se sabía?, ¿un texto que produce un lugar matemático como resto de operación de lenguaje? De momento lo único que tenemos en este cártel es la elaboración provocada del +1 y el texto que se va produciendo como diálogo de los miembros de un grupo que han elegido un tema que se va dividiendo en otros.
Pero, ¿cómo se produjo un campo así?, reconocimiento de textos, errores y vuelta al trabajo. El reto del cártel es generar un campo de diálogo en el que cada miembro del grupo vaya recortando su trabajo en el texto, y esa elección decante un producto.
Como se matiza en las jornadas del cártel de 1975, este es un campo matemático de circulación de debate, en el que el abatimiento del trabajo está perfilado por el escepticismo sobre nuevas propuestas y el aliento por un sujeto que no busca el reconocimiento en el grupo, sino en la conjetura propia de su trabajo, que posiblemente abra un campo de creencia. Es de difícil traducción ese 
y croier, que Lacan capta de las discusiones en los grupos matemáticos, cuando finalmente el sujeto final es la matemática; si hacemos un esfuerzo de traducción estaría en el establecimiento de un lugar y la confianza en él, un creer allí, un creer ahí, en que eso se dará.
Aparentemente, esto suena algo extraño, si no tenemos ciencia tendremos religión. Sin embargo, la experiencia nos muestra que el modo de producción en los orígenes del capitalismo y la constitución de los 
Estados contemporáneos no se dio sin aprovechar ciertos elementos de la religión, aunque en ello se sustituyó la idea de Dios por la creencia en otro dios: el dinero, logrando una especie de perversión divina: conseguir un dios cojo y mandar al infierno a aquél que no tiene caballo donde montar.
La creencia que puede generar un campo cartelizado se ciñe a que el debate generado decante un producto como resto de operación de discurso que no pertenezca a nadie, sino que dé cuenta por sí mismo del trabajo realizado a lo largo de un tiempo limitado.
¿Cuál es la ganancia?, si no es la plusvalía que genera el trabajo, ¿quién se apropia de esto?, digamos que el trabajo para quien trabaja y su producto para compartir. Generar un campo de experiencia, en el que la experiencia sea personal y el campo general, en el que el producto sea un pequeño jirón de discurso que contenga la esencia de lo que pretende dicho campo, el lenguaje permite que aparezca ese lugar de condensación de resto de la operación cuya materialidad es la desapropiación.
En nuestro modo de trabajar la división de los temas de trabajo se han ido recortando en el diálogo, a través de él se han ido decantando temas que resonaban en el devenir de la actividad del cártel, aunque estos temas estaban claramente delimitados, también podían tomarse como una lectura que permitía la apertura a otro tema.
Con respecto al tema de la producción, que intento desarrollar en este trabajo, nos hemos tomado nuestro tiempo, casi al final. ¿Cómo matizar este tiempo?, ¿ortodoxia, ortodoxia, sin más?, el tiempo apremia, llevamos más de dos años y eso es un límite específico para los cárteles, bien es cierto que trabajando a diferente ritmo, al principio de manera ejecutiva, volcando propuestas que caían en un tonel sin fondo, casi como el castigo de las Danaides, pero a qué servía este trabajo agotador si no se recogían después las propuestas hechas, tal vez la función del cártel no es recoger las diferentes propuestas de trabajo como acuñaciones para una escuela, tal vez olvidamos el esfuerzo de lectura que lleva aparejado cualquier forma inercial de producción, este tiempo era necesario.
Se abrió después el tiempo de ver un lugar para el cártel, ese fue para mí un momento de contención imaginaria de cada uno de los miembros del grupo, se empezó a instalar el corte como forma de seguir en otro lugar y la pregunta alrededor de algo exterior al grupo que no cerrara la necesidad de localizar la función interna de localizarlo en su mismo seno: la designación o localización del +1.
Para nosotros no fue fácil, fue una decisión tardía tomada como elaboración provocada y que dio otro rumbo al cártel, intervenciones más largas y concretizaciones de trabajo y la sensación de un trabajo largo en un campo nuevo, del cual un texto es más bien escaso.

Beatriz Reoyo

El cartel y lo contemporáneo

 Este cártel comenzó por llamarse “cártel de propuestas” y con ese nombre emprendió su andadura. Con cierta cautela, pues para nosotros se trata de una experiencia novedosa que pretendemos esté orientada en la enseñanza de Lacan. Anteriormente hubo intentos por parte de alguno de nosotros de hacer la experiencia de cártel, pero fueron tentativas puntuales que no tenían un lugar de inscripción. Con la creación de la Escuela Abierta el cártel encuentra allí su oportunidad y su lugar, ya que el cártel necesita de la Escuela y a la vez es órgano de base de su trabajo.

Los integrantes del cártel somos: Mª Jesús Lazcano, Emilio Gómez, Enrique Pastrana y Beatriz Reoyo. Cuatro integrantes, más uno: Mª Laura Alonso.

En sus inicios el cártel no tenia unas fronteras precisadas, “cártel de propuestas” resultaba demasiado indefinido. Aún así seguimos adelante y se debatió cual podría ser un objetivo común: si tendría que promover cuestiones, si tendría que ser una especie de catalizador, si habría que hacer propuestas de temáticas de cártel o incluso promover el trabajo en cártel dando cuenta de por qué hacerlo. La Jornada y las reuniones “Hacia la Escuela” de febrero-2007, precipitó que el “cártel de propuestas” tuviera que convertirse en una especie de secretaría para ese Encuentro, es decir, que tratara de combinar la acción con el cártelizarse. Ello resultó extremadamente difícil, confuso y, finalmente, ineficaz.

Después el cártel ha tenido todo un desarrollo, pero la pregunta que surgió entonces, y es de la que yo me hago eco, fue: ¿un cártel tiene que ser eficaz?

Dos cuestiones me sugieren esta pregunta. Por un lado, el hecho de que la palabra eficacia se ligue con una cierta gestión. Y a este respecto recuerdo algo que se debatió en las reuniones de Febrero-2008 sobre la política de la Escuela y como parte de ella, lo que en ese momento se nombró como una “política del desinterés” en tanto es un punto de la política de lo imposible, vinculada a la categoría de lo imposible. Pues bien, una política del desinterés no puede llevarse adelante cuando se mezcla con la gestión. No es lo mismo una política del desinterés que una política de gestión, esta une con más facilidad a la gente porque se articula en torno a ciertos intereses, que se vinculan a los del mercado. La otra es más difícil.

Por otro lado, hoy en día las prácticas colectivas se ven exigidas por la llamada eficacia. Es una marca de lo contemporáneo, junto con la rapidez, y ambas se conjugan la mayoría de las veces para promover acciones pertinentes que ahorren tiempo y estén despejadas de “autoría”, se supone que a favor de un determinado rendimiento y rentabilidad social.

Rapidez, rentabilidad y borramiento de la autoria, son elementos que van a conformar el idealcontemporáneo de la eficacia. Para el cártel, sin embargo, es fundamental el darse tiempo, empezar a hablar, ir armando un diálogo. Crear un tiempo y un espacio para un diálogo que no tiene por que estar sometido al tiempo que domina, que es un tiempo comercial. No quiere decir que el tiempo no apremie, pero sin tiempo no puede desplegarse el diálogo del cártel, que con sus diferentes modos de temporalidad, muestra que el tiempo no es univoco. En cuanto a la rentabilidad, es difícil pensar que en el cártel no se obtenga una ganancia, aunque tal vez ella no este determinada de antemano, que vaya mucho mas allá que los intereses del mercado.

El borramiento de la “autoría” que se efectúa en aras de la eficacia, en el cártel tiene su complicación. La misma estructura matemática del cártel va en contra del anonimato. Cuatro personas se reúnen para el trabajo del cártel en relación a una quinta. Es un pequeño grupo. Lacan dice que hay comunidades que jamás han visto sin reticencias esta limitación del número pues el anonimato es lo que preside por ejemplo a la comunidad religiosa. Esto ya hace presentir que en ese pequeño número hay algún lazo con el hecho de que cada uno lleva en ese pequeño grupo, su nombre.

Podría decirse también que, como una nueva religión, el capitalismo nos reduce a todos a consumidores anónimos, únicamente definidos por lo que se compra o vende, con lo que se consigue una homogeneización que aísla a cada uno como individuo. ¿No es acaso el éxito y el fracaso que proyecta, un nuevo modo de la salvación y la condena de siempre?

Sin embargo, en el cártel cada uno participa en nombre propio, pues no se trata de confundirse en el colectivo o en el anonimato, y lo hace con su estilo, con su forma de ponerse a trabajar, con un rasgo propio. Eso abre a cada uno a una responsabilidad y al conjunto del cártel a una diversidad. Esto no era posible al principio de este cártel, pues al mezclarlo con la gestión, tomaba relieve el grupo al que cada uno pertenecía y la historia tramada entre los grupos a lo largo de los años.

Con el cuestionamiento del significante “eficacia”, cada uno de los integrantes recuperó su particularidad, aunque fue acompañado de un momento de vacilación hasta que el “cártel de propuestas” se transformó en
“el cártel sobre el cártel”. Este nuevo nombre nomina el movimiento del cártel sobre la base de un enunciado que se presenta en ese momento: “la propuesta es el cártel”. A partir de ahí surge una nueva voluntad colectiva y un cambio en la posición discursiva de sus integrantes.

El trabajo se centró sobre el concepto, sobre la experiencia del +1, que es el elemento que da su especificidad al cártel, desde el discurso analítico: sobre si el +1 se detectaba o se designaba, qué relación tenía con la lectura en la palabra, cual era su función. Se concluyó, en ese momento, que el +1 se detecta y se designa, ambas cosas, y se propuso a Mª Laura Alonzo como Más Uno.

No obstante, esta conclusión fue revisada al conllevar una cierta marca de impotencia, es decir, como si el +1 se designara por no haber sido capaces de detectarlo en el recorrido que llevábamos. La intervención de Mª Laura, como +1, sobre el texto de lo que hablábamos fue proponer la siguiente lectura: “falta”, falta detectar, falta saber, falta… Y, por tanto, abre la pregunta de si la función del mas uno esta vinculada a la falta, lo que tiene sus consecuencias a nivel de su posible definición.

A su vez, podría decirse que el sujeto contemporáneo es el sujeto consumido por la falta, prometido y comprometido en colmarla con todo tipo de cosas, y cuya consecuencia el cártel muestra muy bien, pues la falta impide ver lo que se había hecho hasta entonces, el trabajo que se había realizado en el recorrido del cártel. La posibilidad que surge entonces es la de objetivar la experiencia realizada, relanzando las preguntas. Eso supone una exterioridad que hace a la función del +1, propiciando una elaboración de discurso, situando líneas de trabajo y cuestiones asociadas, cuyo resultado son nuestros trabajos escritos.

Para terminar este pequeño escrito, si me permitís una imagen, yo diría que el cártel ha sido como un pajarito que vuela con dificultad por la resistencia del viento contemporáneo. Su vuelo ha sido apurado unas veces, otras, tratando de mantenerse con movimientos agitados, hasta que encontró una base donde recobrar fuerzas y tomar impulso para llevar adelante esta experiencia, en lo contemporáneo, referida a lo colectivo.

Enrique Pastrana

La resistencia a la lectura

Tal vez la meta sea el repetido 
fracaso, pero hay logros que
permiten seguir.

Maqroll el Gaviero” de Alvaro Mutis

La producción de un cártel, ese pequeño grupo sin líder por la función del +1, me hace pensar en la desapropiación que supone la entrega de un escrito de cada uno de los integrantes del cártel. Reflexiones escritas que pueden ser leídas por otros.

A lo largo de la experiencia del cártel en sus dos años de duración, de noviembre 06 a noviembre 08, se me han planteado diferentes momentos de dar cuenta de la resistencia a la lectura en la que estuve implicado:
1- “El cártel de propuestas” que comenzamos en noviembre 06, después de varios meses productivos y útiles, se comprobó que la función organizativa y administrativa que tenía, anulaba el trabajo de cártel. Se terminó con esa función organizativa y pasó a denominarse “Cártel sobre el cártel, sobre el +1”. Se dio cuenta entonces de la resistencia a ubicar el +1, la resistencia a la lectura, pues sin +1 no hay efecto de lectura.
A mi entender sí hubo en ese tiempo lecturas entre los cuatro integrantes pero no tenían efecto al no reconocerse la función de +1 por una rivalidad fraterna, por una rivalidad entre analistas por funcionar como un grupo, entre iguales, sin diferencias.

2- Esto nos llevó durante un tiempo largo a un trabajo de elaboración
sobre el +1, que condujo a nombrar y a localizar el +1 por fuera de nosotros cuatro. Trabajamos “La elaboración provocada”.
A mi entender nos forzó, nos provocó a designar el +1 por fuera de los cuatro. Y así, pasado ya un año, comenzó un funcionamiento de cártel, un funcionamiento tardío en lo cronológico del +1, y se pudo dejar así el funcionamiento de grupo. Tardío, pero fue nuestro momento de hacerlo. Con la función +1 se propició y facilitó una relectura de lo trabajado hasta entonces, reordenando la temática común sobre el cártel y el +1 y las temáticas individuales pudieron, también, irse definiendo.

3- Al irse definiendo y concretando las temáticas, surgió la dificultad
para concretar -al cabo de dos años de la duración del cártel- la fecha de entrega de los escritos. Tratábamos de posponerlo en el tiempo.
A mi entender es la dificultad de elaborar un trabajo y de escribirlo con una fecha determinada (que se fija al principio), para desapropiárselo como saber individual y ser puesto a la lectura de otros y a la disposición de la Escuela.